Dejan de ser hombres grandes cuando el rebaño de sus cabras ya está en los corrales. Se sacan la ropa de puesteros, de pastores y aunque no se cambien de pilcha, se meten en la piel del futbolista que sueña allá lejos -donde la naturaleza les regaló esa hermosa postal- con las gambetas de Messi, los goles de Tevez, las atajadas de Romero. Ellos se sienten jugadores. Apenas quince chicos son parte de las inferiores del renaciente club ‘Yuventu’, de La Majadita, un distrito de Valle Fértil que no supera los 500 habitantes pero que entre martes, jueves, sábado y domingo encuentra detrás de una pelota la fórmula para estar más unidos y esperanzados que nunca. Abraham Molina es el presidente del club que asomó por marzo de 1980 pero que después desapareció. Hoy, gracias al proceso de normalización de la Liga Vallista y del aporte del municipio, refundaron el club empezando por conseguir la personería jurídica que está en trámite, pero mientras tanto no le hacen cara fea a las dificultades y sueñan, pero trabajando.
Los martes y jueves, pasadas las 18, desde los distintos puestos esparcidos por toda la serranía, empiezan a bajar los chicos. Son 15 por ahora más un grupo de chicas que se meten en el fútbol porque no hay otra chance de hacer otro deporte ahí mismo. El profe Adrián Díaz es el que comanda las prácticas en la canchita arenosa y desnivelada del camping de La Majadita, terreno cedido en parte por un particular y que necesita renivelación y limpieza total a los costados. Los arcos son de palo, atados con alambre, pero eso es mínimo. No siquiera la pelota y media -porque la segunda estaba pinchada- son inconveniente para que los chicos de La Majadita sean futbolistas. Van desde los 6 años hasta los 14. De ahí en más, los más grandes pasan a ser parte de las divisiones mayores que se preparan los domingos para ir el próximo 9 a Sierras de Chávez para ser parte de la Fiesta de La Chica y el Tomillo y jugar contra el equipo de la zona. Mientras sale la afiliación a la Liga Vallista.
Pero claro, la apuesta es al futuro. Con mucho esfuerzo estuvieron por primera vez jugando amistosamente en San Agustín y esa experiencia fue maravillosa para los chiquitos que además, son parte del programa nacional Yo Amo mi Club y estuvieron en el Cantoni recibiendo algo de indumentaria. Pero les hace falta de todo aunque les sobra corazón. Los objetivos están claros: primero, normalizar legalmente a la Yuventu, después conseguir la nivelación o rellenado de la cancha y si, soñar también con los arcos de caño y con redes. Poco para algunos y mucho para los ‘majadeños’ que no se entregan. La luchan a su modo. En silencio, sin reclamos, sin marchas pero trabajando como todos los días. Siendo puesteros hasta que se convierten en futbolistas, demostrando que se puede ser feliz con tan poco que hasta duele.
