Buenos Aires, 8 de septiembre.- El aluvión de confianza que es hoy River destrozó en un rato el planteo que presentó Tigre . Con una buena cantidad de jugadores en gran nivel perforó a un rival que se entregó al desconcierto al verse tan superado y que pudo irse del Monumental con más goles en contra que el 2-0 definitivo. Y todo fue rápido, variado, atractivo y contundente. Una victoria que puso a River con tres puntos de ventaja sobre Vélez, su escolta.

El equipo de Marcelo Gallardo no se demoró mucho en este torneo de Transición en encontrar un funcionamiento que lo hace un firme candidato en apenas seis fechas. Llevado a la práctica con una marea de futbolistas entonados y que obligan a la reiteración de aplausos por un juego que intimida a sus rivales.

Triangulación, sociedades, juego a un toque, precisión, contundencia. Si no es uno es el otro. En un momento son los pases entrelíneas de Leonardo Pisculichi, la salida justa de Matías Kranevitter, el centro letal de Ariel Rojas, las apariciones de Leonel Vangioni y también las de Carlos Sánchez.

Y los golazos recientes de Rodrigo Mora. En sí mismo, eso encierra otro elogio, porque indica que otra cualidad preciada, las variantes ofensivas -más allá de altibajos que de ninguna manera manchan su poderosa actualidad colectiva ni lo desvían de sus lineamientos de juego- están en su ADN y se potencian cuando, como en este semestre, se empeña en acumular triunfos categóricos.