
Roger Federer subió a recibir la Norman Brooks Challenge Cup, la sexta de una carrera que ya luce veinte Grand Slams y las lágrimas ya se le escapaban. Con 36 años y 173 días acababa de hacer, otra vez, historia. Y comenzó su discurso: “Ha sido un día muy largo, estuve pensando mucho tiempo en el partido, nervioso, casi prefiero jugar los partidos durante el día por no esperar tanto…”.
La emoción inundaba la Rod Laver Arena y el suizo siguió: “Ganar este Grand Slam otra vez es un sueño hecho realidad, una victoria de cuento. Llegamos el año pasado (a la final que ganó a Nadal) y sigo aquí. Es increíble”. Entonces, cuando recibió la copa, Federer comenzó a llorar.
“¡Esto es difícil, gracias!”, acertó a decir mientras toda la pista se ponía en pie a ovacionarle y el mundo se concentraba en sus lágrimas.
