El deceso del jugador de Atlético Paraná, Cristian Gómez, se debió a un cuadro de ’muerte súbita’, que en el fútbol tiene sobrados y desgraciados antecedentes desde hace casi 15 años.

El primer episodio trascendente fue en junio del 2003, en el marco de la Copa de las Confederaciones, cuando el volante camerunés, Marc Vivien Foe, falleció en la ciudad de Lyon, tras desvanecerse en pleno campo de juego, cuando jugaba una de las semifinales contra Colombia. Aunque los médicos trataron de reanimarlo durante 45 minutos, el camerunés murió en el hospital. En enero de 2004 y en Guimaraes, Portugal, el delantero húngaro del Benfica, Miklos Feher se desplomó en plena cancha y murió, a pesar de los esfuerzos por modificar el cuadro, con la utilización del desfibrilador inclusive. En agosto de 2007, el jugador de Sevilla, Antonio Puerta, se desvaneció y se recuperó en plena cancha (salió caminando se recuerda), pero volvió a caer en la zona de vestuarios. Luego de ser trasladado a un centro asistencial, el defensor, de 22 días, murió a los tres días. Recientemente, el pasado 27 de abril, el jugador del Lokeren, Gregory Mertens, sufrió un paro cardiorrespiratorio en pleno partido ante el Genk y falleció dos días después, a los 24 años.