Si no fuera motociclista, bien podría ganarse la vida como modelo. Es una de las trece mujeres que largaron este Dakar 2011, donde ella se dio el gusto de tener su debut en la carrera más peligrosa y popular del mundo. Sus 25 años marcan que para nada será el último y hasta el momento lo hizo más que bien pues es la mujer mejor ubicada en la prueba. Con el correr de las etapas en nuestro país y tras el paso por Chile, quedó consagrada como la más popular dentro del pelotón femenino y entre las top incluyendo los hombres. Si encima cuando habla demuestra un carisma alejado de la rudeza con que maneja, se puede afirmar que tiene muy bien ganado el rótulo de "La reina del Dakar". Se trata de la española Eulalia Sanz, conocida por todos como Laia, quien después de quedarse con una decena de mundiales en la especialidad Trial (saltos con motos donde sobresale el equilibrio), incursionó en el Dakar. Su actual puesto 39 en la general no es lo más importante y eso quedó claro en los dos días que estuvo en San Juan y donde la gente no paró de pedirle fotos. Sin dudas, la niña bonita.

"Correr el Dakar es un sueño que tengo desde hace muchos años. Soy una persona bastante aventurera y siempre me ha llamado la atención. Además, me gusta hacer cosas fuera de lo común", contó la catalana, quien corrió a lo largo del Dakar con un "mochilero" de lujo como su compatriota, Jordi Arcarons, quien participó en 16 Dakar. Sanz venía pensando la idea de correr esta prueba desde que tenía 15 años, pero por una cosa u otra la fue postergando. "Mi mamá me dio permiso (sonríe) pero me pidió que no acelere tanto'', remarcó, pícara.

Meterse en un mundo machista por excelencia es todo un desafío para Eulalia quien tiró un sincero "hay gente de este ambiente a los que más de una vez se les escapa el machismo. Algunas veces en carrera me han gritado barbaridades, pero la verdad que prefiero no darles mayor importancia''.

Sanz vivió su imán con la gente en San Juan en la etapa del jueves cuando en la estación de servicio de Ruta 40 y Benavidez lavó su moto número 44 y el público la mimó en todo momento, aunque de forma respetuosa. "Me siento muy querida por la gente y eso es algo que me pone feliz. Otra situación que me da alegría de este Dakar es que cada vez corremos más mujeres y demostramos que somos capaces de hacerlo a la altura de un hombre'', destacó.

"Ahora lo único que quiero es terminar la carrera. En la etapa del jueves, me costó mucho el final ya que con las altas temperaturas consumí toda el agua cuando todavía restaban 100 kilómetros. Pero sé que así es el Dakar y no hay que quejarse'', cerró la belleza de la caravana.