"Ya está, hay que cambiar el equipo, traer jugadores con más carácter", dijo Pepe Villa, en marzo del año pasado, tras consumarse un 0-3 contundente en el Aldo Cantoni, mientras La Unión festejaba en un recinto totalmente en silencio su pase a la final. Un año exacto después, la historia se dio vuelta. Y sí, lo que faltaba en ese equipo era más carácter, porque el talento estaba. Este UPCN ya dio muestras de fortaleza cuando muchos empezaron a dudar en la serie de cuartos de final, luego de que Chubut le ganara en San Juan. Fue al Sur y cerró la serie de visitante. Y lo ratificó en semifinales ante La Unión, después de dar vuelta un 1-2 en San Juan y ganar 3-2, para luego viajar a Formosa y apabullar a su rival por 3-0.

La apuesta a la renovación, al carácter, había dado resultado. En la intimidad, este plantel sabía que estaba para más que llegar a semifinales, el objetivo de mínima, de ataje si se quiere, que los jugadores repetían como letanía en los medios cuando la Liga estaba en pañales. Pero ahora viene la nueva apuesta. La final.

A priori, ningún equipo, ni siquiera el Formosa del año pasado, le pudo hacer fuerza a Bolívar en las últimas finales. Con UPCN, esto podría cambiar. Son dos equipos con sistemas de juego parecido, con importante presencia ofensiva y apuesta al saque para desequilibrar. El candidato es Bolívar, por plantel, por experiencia y por ese hambre de victoria que pese a tantos logros, Weber se encarga de mantener intacto. Pero los sanjuaninos tienen justamente eso a favor. No tienen la presión, pueden jugar sueltos, su objetivo ya está cumplido. No tienen nada que perder y eso, en estas instancias, puede ser clave. De momento ya se está preparando un desembarque sanjuanino en Bolívar (se armará un viaje con traslado y hotel a un precio económico para que viajen muchos sanjuaninos; informes en la sede de UPCN) para tratar de que esta nueva historia que están gestando Los Cóndores sea inolvidable. UPCN está en la final, algo inédito en el voley local. Y como le pasó en todo el torneo, lo mejor es que nunca dependió de nadie, sino de sí mismo. Ahora más que nunca.