Con Pipo juegan todos, pero San Martín no gana. Esa sería la rápida ecuación del presente del equipo verdinegro, que en lo que va del 2017 todavía no pudo cosechar un triunfo. Un mal que parece no tener fin fecha tras fecha y por eso el entrenador Néstor Gorosito ya utilizó el 82% del plantel. Una cifra muy alta para marcar que en los 6 partidos disputados en Primera División en lo que va del año, San Martín es el equipo que más jugadores utilizó, con 23 nombres diferentes (ver listado aparte) buscando quebrar la racha.

El actual plantel verdinegro que dispone Pipo lo integran 28 futbolistas (por ende sólo 5 no tuvieron acción: los arqueros Leonardo Corti y Federico Urraburo, y los de campo Santiago Chacón, Lucas Salas y Franco Lazzaroni), más los 5 juveniles que se van fogueando pero que por el momento es lejano verlos en acción. 

Pero no sólo fueron 23 jugadores por los que apostó en los 6 partidos que lleva orientando al equipo, sino que el sistema táctico y la distribución en cancha también fue cambiando juego tras juego, y que además se traduce en que nunca repitió una formación de un encuentro para otro. Consecuencia de ello: cuatro empates sin goles (Independiente, Olimpo, Unión y Lanús) y dos derrotas (Huracán 0-1 y Boca 1-2), apenas un gol convertido (Emanuel Dening al xeneize) y un descenso en la tabla de los promedios que va camino a complicarlo para el próximo campeonato. Y que no sólo se reduce en eso, sino en que el hincha, el que marca el verdadero termómetro del presente, ya demostró su descontento para con Gorosito y en el último compromiso de local lo despidió a puros insultos e incluso Pipo respondió algunos.

Es que San Martín desnudó en seis presentaciones que no tiene gol, le falta un creador de juego, un generador de ideas, y depende de individualidades que si el rival las bloquea el camino a la frustración es una fija. Lo positivo, pero que recién lo pudo demostrar el viernes pasado ante Lanús (0-0-), es que defensivamente tiene su mejor cara.

Pero difícilmente se logre un equipo ideal y una propuesta con sustento si los jugadores y sistemas no tienen continuidad, porque de un partido a otro pasan de ser titulares a ni siquiera concentrar. Largó con un 3-4-3 para las primeras tres fechas que no le dieron rédito y en la cuarta presentación pateó el tablero, dispuso de 7 cambios y se paró 4-4-1-1, que tampoco fue solución frente al modesto Olimpo. Entonces, Pipo siguió con su armado en pleno torneo y las dos últimas presentaciones apostó el 4-4-2.

Los números y las cifras son las que hoy apresuran y presionan el presente del equipo verdinegro, sobre todo a Gorosito. Porque utilizó 23 jugadores en 6 fechas (más de dos equipos). Mientras que sólo 3 jugaron siempre: Luis Ardente y Francisco Mattia de titulares, mientras que Ezequiel Montagna lo fue en las tres primeras fechas del año, en las dos siguientes ingresó en el complemento y volvió a estar desde el arranque en la último. Marcos Gelabert y Emanuel Dening se perdieron sólo un partido por haber llegado al límite de amarillas.

Además, que todavía el DT no le encuentre la vuelta al equipo lo sufrió en mayor amplitud el defensor Sergio Sagarzazu, quien fue titular la 1ra fecha (incluso en todo la pretemporada) y luego no jugó más. 

Otro ítem que marca el presente sin victorias y en ese armado del equipo ideal, se vislumbró en el 4to juego de Pipo, porque no sólo llamó la atención los 7 cambios que hizo para presentarse en Bahía Blanca, sino que de esos 7 que salieron nunca más volvieron a jugar Patricio Matricardi, Adrian Pucheta, Javier Capelli y Matías Fissore. Mientras que de los 7 que ingresaron sólo Pablo Aguilar y Emiliano Agüero mantuvieron la titularidad, por ende no es todavía la solución.

Números muy irregulares para un plantel que pide a gritos un triunfo para calmar la ansiedad y poder sentar sus bases, ya que de lo contrario puede tener consecuencias cercanas. Por ahora y mientras Pipo busca en su perinola qué jugadores saldrán a jugar contra Belgrano (el domingo en el Hilario Sánchez a las 17) para comenzar a hacer valer la localía, la presión es mayor porque a esta altura del torneo ya no puede probar ni equivocarse más.