Como hacía bastante tiempo no sucedía, la popular verdinegra estuvo ayer al tope. Con una increíble cantidad de hinchas locales. Apretados. Dispuestos a cantar y gritar todo el tiempo. Ni siquiera el vientito Sur se llevó las canciones que nacieron en la tribuna Norte. Los saltos permanentes. Y las ovaciones, especialmente tras el gol de Roberval, también. Y, enfrente, todo el color de los simpatizantes visitantes. Porque la tribuna Sur también estuvo colmada. En este caso por los hinchas del Lobo platense.
La historia grande de las hinchadas largó con el mismo ingreso de los equipos. A las 19.08 entró Gimnasia. La Sur estalló y volaron los globos azules y blancos. Sólo dos minutos después fue el turno del equipo Verdinegro. Y ahí los papelitos y las serpentinas nublaron la tribuna de las "8.000 almas". Y, de paso, también volaron papelitos, pero brillantes, desde la tribuna central Este. Un gran recibimiento para el local que, por supuesto, tuvo su punto vital cuando los hinchas Verdinegros desplegaron, como siempre, la gran bandera que cubre casi toda la gran popular.
Tras el inicio del partido, los ánimos se fueron calmando. Los nervios y la ansiedad le fueron ganando al apoyo incondicional. Pero, cada vez que los visitantes ensayaban un aliento, los verdinegros respondían con otro más fuerte. Estaba claro, eran muchos más.
El gol del brasileño significó la explosión mayor del Pueblo Viejo. Hubo grito añorado que reventó los pulmones. Los platenses se la bancaron pero pararon con sus cánticos. Recién reaccionaron en el segundo tiempo, en ese lapso favorable de los suyos, pero volvieron a decaer con el dominio verdinegro del final.
Los visitantes se retiraron antes que los locales pero, en una tumultuosa salida, agredieron con piedras a la tribuna Este. Hubo algunos simpatizantes golpeados. Una vergüenza.