La bandera que todo el mundo levantó en Unión era la de la unión. La de estar más juntos que nunca para seguir alimentando la ilusión, para sostener ese sueño que todos acunan, Estar unidos para afrontar una serie decisiva en la temporada que no admite errores ni flaquezas. Estar unidos para poner a Unión bien arriba. Y le hizo falta esa unión a este Unión porque General Rojo le complicó las cosas y durante 45 minutos lo amargó, lo llenó de dudas. Es que el golpe inicial de los nicoleños, puso a prueba la capacidad de reacción y de Unión en el Azul. Y hubo respuestas porque de la mano y de los pies de Alfredo Luto Molina, Unión fue Unión. Puso todo en su lugar y con muchísima autoridad terminó revirtiendo ese 0-1 inicial por un justiciero y merecido 2-1 que lo depositó en semifinales y en un apasionante mano a mano contra otro Unión, el de Sunchales.
Le costó certificar su pase a semifinales y es que lejos de aquella comodidad que suponía haber ganado en San Nicolás en la ida, General Rojo fue un rival muy duro. Complicado desde lo que propuso futbolísticamente porque lo presionó bien, lo sorprendió con el gol de Jonathan Guerra a los 23′ del primer tiempo y después se convirtió en un escollo que puso a prueba todo en San Juan: desde el fútbol hasta la personalidad.
Y lo mejor de todo fue que Unión le respondió con todos los argumentos que se esperan de un aspirante al ascenso. Con personalidad, fútbol, actitud y goles. Además, con la muestra de capacidad desde el banco que dio el técnico Marcelo Laciar que cambió libreto y fórmula para encontrar con el Luto Molina todas las respuestas. Después de haber regalado el primer tiempo, de sufrirlo, Unión fue el que debía ser en el complemento y el propio Luto, primero lo empató a los 30′ del segundo tiempo y luego, con Ariel Sánchez lo resolvió. Unión demostró argumentos y convicciones para ir avanzando a paso firme. Jugó, tuvo reacción pero por sobre todas las cosas, demostró estar más unido que nunca para lograr lo que todos quieren.

