Su primer regalo apenas nació fue una pelota de fútbol. Zacarías Morán no lo recuerda pero una fotografía tomada hace 17 años lo ayuda a corroborarlo. ‘Sí me acuerdo que me la regaló mi padrino, él me hizo futbolero‘, contó el caucetero, el único varón del matrimonio de Dante y Silvana, afirmando que sus genes futbolísticos son gracias al hermano de su papá ya que su progenitor nunca fue amante de este deporte.
Desde chiquito y ayudado por el empujón de su padrino, Zacarías ya derrochaba talento por las calles de Caucete. Comenzó jugando en la Escuelita de Fútbol de la Cooperativa Justo P. Castro, pero después a sus 10 años se fue a Cegamar para tener más competencia. ‘Jugaba en los dos a la vez. Acá porque era mi pueblo, y en Cegamar porque te daba otro roce. Te llevaban a jugar torneos que acá no podíamos competir. Después, cuando llegó el momento que tenia que decidir, me fui a Cegamar‘, destacó el volante central del Millo.
La historia de lo que siguió después y cómo fue su paso al conjunto de Nuñez, la relató su madre. ‘Zaca estaba jugando un torneíto en Mendoza, ahí lo vio Boca. Cuando Zaca llegó le preguntamos ’¿como te fue?’ y nos contó que unos señores de Boca le habían pedido datos y no le creímos. Pensamos que era un invento de niño‘, sostuvo Silvana.
A los pocos días, Pedro Fernández, el técnico de Cegamar, llevó a un grupo de chicos de San Juan, Mendoza y San Luis a Buenos Aires para que conozcan algunos clubes. ‘Me fui con mí papá, me probé en River el 2 de mayo y quedé sin saberlo. Ahí empezó todo. Mi papá me preguntó ’¿que harías si te tenés que quedar acá a jugar?’. Y yo, sin dudarlo, le dije que me quedaba‘, expresó Zacarías quien hizo la prueba el miércoles y el viernes firmó su pase.
‘No caía. Tenía algo nublado que no me dejaba ver lo que estaba viviendo. Hay cosas que no me acuerdo. Yo vivía, caminaba y caminaba. De la primera noche si me acuerdo. Lloré mucho y fue lógico porque mis papás se vinieron, fue la primera noche que dormía solo en otro lugar que no era mi casa. Ese fue el momento más duro pero salí adelante‘ subrayó el juvenil caucetero.
Para Zacarías, quien cursaba sexto año del Polimodal y era el abanderado del Colegio Nacional de Caucete, fue una semana para despedirse de sus compañeros y amigos para trasladarse a su nueva vida. A los días comenzó en el Instituto de River. ‘Era inteligente y algo de eso sigo teniendo‘, afirmó, entre risas,
Sobre el estudio, Zaca cuenta que varias veces el cansancio pudo más a la hora de tener que hacer las tareas. ‘Tenía tutores, pero no es lo mismo que tener a la familia encima. Por ahí llegaba de jugar un domingo y tenia que sentarme a hacer la tarea y eso me costaba. Pasa que venía cansado, aparte al principio no tenía útiles escolares, hacia los círculos con una taza. Ahí es cuando uno valora lo que la familia sí te da‘.
‘¿Qué voy hacer cuando vuelva a Buenos Aires?, seguir entrenando, dejando todo para seguir mis objetivos‘, cerró el caucetero que crece día a día en Nuñez.