San Martín no desentonó. Es más, en el complemento se llevó por delante a Godoy Cruz. Pero, como antes de ese partido distinto ante Arsenal, le faltó el gol. Y eso no es poco en un partido cerrado como lo fue el clásico cuyano. Entonces el Tomba terminó embolsando los tres puntos luego de su victoria cerrada por 1-0 con aquel golazo en el primer tiempo del Mago Ramírez, el mejor jugador de la cancha.
Ayer, en Mendoza, en el primer cuarto de hora todo fue tranquilidad. Recién a los 20’ se produjo la primera de peligro, cuando Obolo la tiró alto tras gran jugada de Castillón por derecha. Después fueron 5’ a todo vértigo que inclusive terminaron con la apertura del marcador. Primero Osorio desbordó por derecha y su centro le sobró a Caprari, que entraba para el gol visitante. Tras cartón Bogado probó y casi se le mete a Torrico. Después, enfrente, Ardente tuvo que salir fuera del área y casi pierde. Y 2’ más tarde, Bustos no pudo cortar en el medio una contra rápida, la pelota le cayó a Ramírez que traslado unos metros y, con viveza, sacó un derechazo seco y fuerte que se le coló a Ardente. Golazo. Con el paso de los minutos, el local empezó a justificar la ventaja. Recién a los 36’ Bogado tuvo el gol en una contra que llegó por derecha, pero un defensor se cruzó justo. El corner llevó más peligro aún pero el tiro a quemarropa de Landa se fue alto. La pelota jamás le llegaba con claridad a Osorio y Caprari divagaba en ataque. A todo esto, ya en el descuento, el local casi se encontró con el segundo, pero Obolo la tiró a las nubes.
El complemento trajo como novedad el reemplazo de Luna por Bustos. Era evidente que el Verdinegro buscaba más juego ofensivo. Es más, la visita se paró 20 metros más adelante, presionó con fuerza y encerró al Tomba.
A los 12’ lo tuvo Mattia pero dio en Sigali, pegó en el travesaño y se fue al corner. El Verdinegro daba síntomas de plena recuperación e iba por el empate. Eso sí, enfrente el Tomba tenía al Mago Ramírez y estaba latente una pincelada suya para cerrar todo. Entrando al último cuarto de hora, el DT Perrone puso toda la carne al asador. Sacó a Caprari y mandó adentro a Penco. La pelota ya era propiedad absoluta del Verdinegro. Lo entendió así la gente que empezó a gritar por un Tomba desorientado. Claro, al sanjuanino le faltaba efectividad para cristalizar ese dominio territorial. Por eso el final fue inexorable.

