Categoría. Esa es la palabra. Ese es el requisito fundamental, indispensable, para rearmar esta Argentina que se cree una cosa y termina siendo otra. El cachetazo de Venezuela debe encender alarmas porque el proyecto Scaloni y su mentado recambio quedó en nada. Dejó más dudas, desnudó falencias y confirmó que no hay proyecto. Desde el armado, desde la elección de la lista prescindiendo del máximo goleador del fútbol actual como el Kun Agüero, Scaloni armó ‘su equipo’ y así le fue. Ni Messi lo salvó. Ni la enorme jerarquía de este fenómeno que no encuadra en ningún tipo de tabla clasificatoria alcanzó para disimular el bodrio que se vio vestido de celeste y blanco en el Wanda Metropolitano de Madrid. Argentina fue nada. Messi y nadie más. Con nombres que prometen más que lo que juegan, con jerarquías que cotizan en millones de euros pero que en la cancha no hacen diferencia. Así, en medio del camino del recambio, se empiezan a extrañar nombres que parecían ya agotados. Así, no sirve.


El proyecto Scaloni no da certezas. Con elegir para quedar bien con la dirigencia no alcanza. La herida mundial, las cicatrices de las Copas América, aún duelen. Con Messi, si se puede pero al 10 hay que ponerle nombres que estén en su misma categoría. El recambio está en pañales, así rifando trayectoria, Argentina no puede seguir. Hace falta categoría.