Este 15 de noviembre quedará en la historia de la Fórmula 1. Lewis Hamilton, con el bonus de una victoria que en buena parte de la carrera estuvo en duda, se aseguró su séptimo título e igualó el récord de Michael Schumacher de consagraciones en la máxima categoría. El podio lo completaron el mexicano Checo Pérez y el alemán Sebastian Vettel, con grandes actuaciones.

Un margen de suspenso para la más que posible coronación del británico había aparecido el sábado, en una emocionante sesión de clasificación condicionada por las duras condiciones en pista, con lluvia y mucha agua, el canadiense Lance Stroll (Racing Point) había conseguido una sorprendente pole position, la primera de su vida, para el Gran Premio de Turquía, la 14ª prueba de la temporada de la Fórmula 1.

Y Stroll hizo pesar ese lugar en la primera parte de la carrera, marcada otra vez por las malas condiciones climáticas. Ya en el arranque Valtteri Bottas, que había largado noveno, hizo un trompo que lo mandó al fondo de las posiciones. Así Hamilton, pese a los problemas que tenía para controlar su auto, prácticamente tenía asegurado el título en una carrera en la que le alcanzaba con llegar adelante de su compañero de equipo para consagrarse.

Los vaivenes climáticos forzaron algunos recambios de neumáticos para adaptarse a las condiciones: una pista muy húmeda al principio pero de que a poco se iba secando. Así y todo, en ese río revuelto aparecieron algunos para sacar provecho.

Uno de los que disfrutaba de esa pista no tan previsible era Sebastian Vettel. El alemán gozaba del mejor momento de su temporada y, primero desde el quinto y luego desde el cuarto lugar, tapaba con maestría las intenciones de sobrepasarlo de Hamilton. En la lluvia, la sapiencia del alemán aparecía en escena para escribir una historia diferente.

Más allá de no poder estar en la gran pelea, el británico no veía peligrar ni por asomo su coronación: Bottas nunca se había podido reponer de ese comienzo y, sin la menor señal de rebeldía, paseaba por los últimos lugares en un domingo para el olvido.

De a poco, el que parecía que iba a ser el gran domingo de Stroll empezó a desvanecerse. Con la pista algo más seca, el canadiense empezó a perder posiciones y, como quien no quiere la cosa, Hamilton fue aprovechando diferentes circunstancias para aparecer en su lugar habitual: al mando de las posiciones. El título estaba más que nunca al alcance de la mano.

Todos saben en la Fórmula 1 que una vez que Hamilton marca al ritmo ya es muy difícil moverlo de su eje. Y en el tramo final de la carrera, pese a las dudas con sus neumáticos, el británico espantó cualquier posibilidad de que se le acercara Checo Pérez. Detrás del mexicano, Charles Leclerc y Sebastian Vettel escribían una de las mejores páginas del año para Ferrari. Y al final, en una disputa entre los tres en la que por momentos Leclerc se puso segundo, Pérez se mantuvo y Vettel logró el último escalón del podio.

Pese a la amenaza de lluvia, Hamilton resistió sin cambiar gomas. Los problemas y las dudas pasaron por el costado. El británico es otra vez el rey de la categoría máxima e igualó el récord de Michael Schumacher. Y a los 35 años, tiene resto para todavía ir por más.