Pobre San Martín. Esta vez hizo un buen trabajo, ganaba bien, pero llegó un penal que inventó Gigliotti (no fue foul de Hoyos) y el árbitro Vigliano compró de manera increíble. El Sabalero empató y así se cerró la historia. Amén que en los últimos minutos el local se vino con más fuerza y corazón que fútbol y lo metió cerca de su arco al Verdinegro. Pudo ganar el sanjuanino por aquel golazo de Luna en el primer tiempo. Pero un error arbitral se lo impidió. Igual, esta vez cumplió.
En el primer tiempo se dio la lógica. Colón, apurado, siempre con la pelota, y San Martín, bien ordenado e inteligente, esperando y buscando la sorpresa para el contragolpe. El local tuvo un par de buenas chances en los primeros minutos y las desperdició. Mientras que San Martín, cuando tuvo la suya, la mandó a guardar. Es que Mugni, con un tiro libre en un costado del área, y Gigliotti, en una palomita que no llegó a concretarse, se morfaron el gol para Colón. En cambio, el Petiso Luna se tuvo la fe de siempre y sacó un latigazo a los 7 minutos que dejó perplejos a propios y extraños. El enganche recibió pasando el medio campo.
Se acomodó ante la pasividad de los defensores sabaleros y le dio fuerte. Claro que con esta pelota (más liviana y menos resistente al aire) el tiro cayó donde él quería: En el ángulo. Y Pozo, que apenas amagó para reaccionar se quedó como intuyendo que no llegaría. Un golazo de verdad. Entonces el dueño de casa, al influjo del aliento de su gente, fue más todavía. Algo que favoreció el trabajo del Verdinegro. Porque el fondo visitante, con algunas pifias pero muy bien parado en el fondo, contuvo todo. Inclusive al propio Curuchet, que es un rayo con su velocidad. Promediando la etapa, Luna tuvo otra y casi hace el segundo de no haber sido porque Pozo la encontró tras el rebote en la pierna de uno de sus defensores. Hasta el chileno Alarcón tuvo una gran oportunidad, al sacar otro fuerte tiro que esta vez Pozo sí pudo neutralizar.
El complemento tuvo momentos claves desde que nació. Al minuto, García se perdió, por dos veces seguidas, el segundo de San Martín. Y los 14’, cuando la situación era controlada por el equipo sanjuanino, llegó el penal inexistente que le hicieron a Gigliotti. El mismo jugador se encargó de dejar en tablas el partido pegándole fuerte.
Ahí nomás, Osorio, en una contra, se comió de manera increíble el gol. Y después lo tuvo Alderete, con un cabezazo, pero tampoco pudo.
En los minutos que siguieron, el local fue al ataque pero casi sin ideas. Y San Martín se abroqueló en el fondo y sus contras fueron tibias.