Habían pasado 14 ediciones en las que siempre participaron equipos sanjuaninos, pero nunca hubo campeón hasta este 2011 en el que UPCN se quedó con la Liga Argentina de Vóleibol (temporada que comenzó en el segundo semestre del 2010), para darle a la provincia el título a nivel de clubes más importante del país. Los Cóndores escribieron su historia en este año y cumplieron con el objetivo que se les negó el año pasado cuando fueron segundos y en el 2009 que terminaron terceros.

Fue el 3 de mayo, con un estadio Aldo Cantoni que reventó de gente (más de 10.000 personas), para una de las fiestas más emotivas y esperadas por los sanjuaninos, que sienten el vóleibol a pleno, pero necesitaban de la solidez que tuvo UPCN para volver a creer. Fue una gran final, como se merecía el equipo gremial para hacer más heroica y valorable su consagración. Superó por 4-3 en la serie a Bolívar y de paso le quitó la hegemonía de Las Aguilas que parecía imposible de frenar.

Uno de los grandes artífices de esto fue Fabián Armoa, el entrenador de UPCN, quien se quedó en San Juan sabiendo que su tercera temporada tenía que ser la vencida y su apuesta, armado del equipo, y decisiones fuertes resultaron determinantes. Formó un equipo compacto, que se fue aceitando con el paso de los juegos hasta hacerse uno sólo y sin fisuras. Un sexteto que saltaba siempre a la cancha y salía de memoria: Demián González, Alex Moreno, Gustavo Molina, Junior, Kamil Baranek y Leonardo Patti, junto al libero Sebastián Garrocq.

La capacidad del capitán y armador González fueron determinantes para le decisión final. El colombiano Moreno fue un anotador nato para cumplir en cada presentación, además de ser elegido como el mejor jugador de la final. Lo del sanjuanino Molina fue extraordinario, ya que en su primera temporada como titular, el pulso no le tembló y terminó como el mejor bloqueador de la Liga. El brasileño Junior había dicho que no se iba porque quería ganar con UPCN y esa convicción la tradujo en su vóleibol potente. Lo del Checo Baranek fue una apuesta en la que siempre creyeron, porque si bien comenzó mal la temporada lo "bancaron" para su explosión en los play off. Mientras que Patti con su experiencia para resolver cualquier situación, fue además el alma y motivador del grupo. Sumado a Garrocq, quien dejó al vida en cada recepción. No hay que olvidarse de Juan Cruz Aramburu, Abel Rojas y Rodrigo Peres Lopes. Los tres principales relevos que se acoplaron perfecto y nunca desentonaron, incluso para sacar adelante partidos que para sus compañeros parecían sentenciados.

UPCN no ganó por mera casualidad. Fue el premio al trabajo que llevó varios años hasta encontrar su maduración, que se apoyo en lo que el mismo plantel admitió como principal característica: "la unión". Porque hubo momentos para consolidarse que se dieron fuera de la cancha. Cada martes, en forma ininterrumpida, se juntaban en la casa de alguno para compartir ese momento especial, con cena y póker de por medio, sin la pelota, pero juntos como siempre.

UPCN siempre dominó y estuvo al frente en el 95% de la etapa regular, ya que en la finalización de la misma perdió la punta de la tabla (quedó para Buenos Aires Unidos), pero como los porteños se quedaron en semis, se aseguró definir la Liga en San Juan. Lugar al que accedió tras dejar en el camino a La Unión de Formosa.

Ya en la final, tuvo el peor inicio de local al caer en los dos juegos iniciales con un juego muy por debajo del nivel que lo caracterizó. No obstante se repuso y contra todos los pronósticos, de visitante, empardó la serie 2-2 ante Bolívar. Pasó al frente al adjudicarse le quinto punto en el Cantoni. No lo pudo cerrar en Buenos Aires, pero se sentenció la final en el estadio, el que adoptó como su casa y que lo vio llegar a la cima del vóleibol argentino por primera vez para hacer historia.