San Martín jugó lindo, pero no bien. Y en eso se sustentó el principal porqué de la derrota en Tucumán. Tuvo la pelota, tocó y por momentos el rival observó lo que hacían los sanjuaninos sin poderle quitar el balón y por ende se replegó. Pero cometió errores que no puede tener en un partido que estaba totalmente para ganarlo, más sabiendo que de lograrlo quedaba puntero. Pero primero se equivocó muy feo en el primer gol de San Martín de Tucumán, luego cometió un penal infantil y, por sobretodo, le faltó contundencia para convertir todo lo que creó. Todo eso fue suficiente para caer por 2-1 en el partido número 600 en la categoría y volverse sin nada, porque pudo ser puntero y finalmente ahora está quinto.

Y eso que tuvo un buen arranque, copando la mitad de la cancha con Scatolaro como líder absoluto y con Alderete como su compañero ideal. La explosión ofensiva de Poggi ante un equipo tucumano desdibujado, que dio todos los espacios y una defensa que no pasó sobresaltos.

Todo era perfecto, San Martín estaba cerca del gol, pero salió la contra del tucumano a los 20′, y en la primera llegada el local facturó de la manera más absurda, porque Saavedra metió el pase en profundidad entre Drocco y Sosa que cerraron muy mal, Centurión metió el débil centro, Grabinski dudó y se fue con la marca de Pintos y mansa la pelota, sin que nadie la tocara, se coló por el segundo palo.

En los siguientes 10′ el partido cambió, el tucumano se agrandó, le peleó la pelota en el medio y cuando lo atacó, principalmente por la derecha de San Martín llevó peligro. Aunque fue una ráfaga local y todo volvió a ser como al principio. El santo defendiendo y el Verdinegro jugando siempre en campo rival.

Y ahí quedó marcada la propuesta de ambos, lo de Franco era proponer y jugar, y por el otro lado replegarse y esperar la contra. Jugar por los laterales como lo pidió el técnico fue una constante, Poggi fue quien más desequilibró. Incluso a los 39′ armó una gran jugada y Drocco de frente al arco remató y López contuvo.

El primer tiempo se fue con el sanjuanino tirando manotazos para poder empardarlo y así remendar su error y el santo cuidando el gol. Por ello el arranque del complemento Franco metió mano. Adentro Messera para darle el rumbo que no podía hilvanar con sólo tener la pelota y Penco para juntase con Caprari en el área.

No obstante todo lo pensado se desdibujó a los 11′, cuando Canuto se llevó por delante a un "vivo’ Oviedo que lo esperó, penal y Bustos convirtió el segundo del local. Ni lerdo ni perezoso Franco mandó adentro a Roberval y en la primera que tocó metió el pelotazo al área y Penco, con media vuelta incluida, puso el 2-1 a los 18′.

Con Penco y Roberval el equipo tuvo más opciones y buscó el empate con la determinación que le faltó antes. Caprari se lo perdió, los desbordes de Poggi y Roberval fueron moneda corriente para los cabezazos de todos, ya que Caprari y Penco intentaron, pero lo más claro fue de Grabinski a quien se la sacaron en la línea y en la última de Roberval que rozó el travesaño.

Estaba claro que no iba a entrar, que aquellos errores fueron de lo más caro, en un partido totalmente accesible, pero al que no le alcanzó con jugar lindo, porque para ser puntero tenía que jugar bien y no supo cómo hacerlo.