La Selección argentina caminó por la cornisa después de la derrota por 3-0 ante Croacia y su estadía en la Copa del Mundo era una lotería. Bajón anímico, flojo rendimiento futbolístico y un sinfín de polémicas dejaron al borde del abismo al equipo de Jorge Sampaoli, que renació con el triunfo de Nigeria ante Islandia y marcó el inicio de la resurrección (ojalá se estire hasta el 15 de julio). A partir de ahí, el plantel y el cuerpo técnico “acordaron” que los denominados “históricos” pondrían la cara ante los africanos y saldrían a buscar una clasificación que finalmente se concretó. Quedar eliminados en primera fase hubiera significado un escándalo deportivo, el mayor en la historia del fútbol argentino.

A pesar de las críticas por actuaciones anteriores, la Vieja Guardia albiceleste cumplió, salvó la dignidad y consiguió el primer objetivo que era llegar a octavos de final, donde ya esperaba Francia. Mascherano jugó un buen partido y dejó todo en la cancha, al margen de lo que ocurrió en el penal para Nigeria. Higuaín buscó siempre y estuvo activo, pero lamentablemente volvió a fallar cuando tuvo una clarísima. Di María fue fiel a su estilo y no gravitó. Banega estuvo entre las figuras y le dio un exquisito pase a Messi para abrir el marcador. Rojo marcó el gol de la victoria y estuvo firme en defensa. El Kun Agüero no tuvo incidencia porque entró tarde. El resto de los que jugaron (Armani, Mercado, Otamendi, Tagliafico, Enzo Pérez, Meza y Pavón) tuvieron un trabajo aceptable y colaboraron).

Párrafo aparte para el mejor del mundo, para Lionel Messi. La Pulga cambió el chip del pésimo partido ante Croacia, encabezó una serie de reuniones en la concentración y comandó a los hombres en los que él confía a conseguir el pasaje al grupo de los 16 mejores equipos del Mundial. Un control tremendo tras la asistencia de Banega y un golazo con su pierna menos hábil sirvieron para que Argentina empiece a ilusionarse con seguir en Rusia. Ni hablar de la actitud que demostró durante el encuentro, sobretodo en el final, cuando había que meter y jugar con el corazón. Él lo hizo.

Messi y Mascherano apostaron por los jugadores más experimentados del plantel y entendieron que ellos debían sacar adelante lo que iba a presentarse como un partido duro. Y así fue, acertaron. La Vieja Guardia, los “históricos”, esos a los que todos cuestionamos, llevaron a la Selección a octavos de final. Aún no se ganó nada en lo deportivo, pero sí en lo anímico. Ahora, desde el sábado ante Francia, empezará otra historia totalmente distinta en la Copa del Mundo, donde Argentina intentará hacer pesar su historia y seguramente lo hará una vez más con la Vieja Guardia como columna vertebral.