Más allá de las propuestas futbolísticas, de las posturas tácticas, de la elección de tal o cual jugador, de tal o cual presente futbolístico para armar el equipo, en el fútbol los números no sirven para ocultar realidades y para el ciclo de Perrone como entrenador de San Martín, las cifras fueron más que elocuentes para marcar el final. Dirigió a San Martín en 18 partidos, 13 en el Torneo Inicial y 5 en este Final. De esos 18 juegos, el Verdinegro ganó solamente tres y fueron en el Torneo Inicial ante Quilmes, All Boys y Unión de Santa Fe. Después, no volvió a ganar más y en este Torneo Final sólo alcanzó a empatar en tres de los cinco partidos y acumuló una serie negativa de dos derrotas consecutivas por el mismo marcador 0-3 que lo terminaron condenando al final de su etapa.

En el Inicial, San Martín ganó 3 partidos, empató 5 y perdió los otros 5. Logró 14 de los 39 puntos que había en juego, con un registro de efectividad del 35%. En el Final, San Martín no pudo ganar y solamente logró 5 de 15 puntos en disputa, mermando su efectividad a un alarmante 20%. En los goles, el registro artillero se cayó ostensiblemente. En el Inicial marcó 15 pero le convirtieron 16 mientras que en el Final, marcó apenas 2 y le marcaron 8, denotando una fragilidad defensiva que lo terminó por complicar demasiado hasta forzar la salida del entrenador.

Los números nunca mienten. Despilfarrar practicamente una rueda completa es un lujo que tiene sus consecuencias y a este proceso de Perrone le pasó la cuenta. Su último triunfo como local fue el 6 de octubre del 2012 cuando derrotó por 2-1 a All Boys, mientras que su última victoria como visitante fue a la semana siguiente cuando ganó en Santa Fe ante Unión. Cinco meses y 3 días sin cantar victoria es un registro que se convierte en lastre para el que sea. San Martín no pudo sostener el proceso de Perrone porque sus números hablaron por si solos de una realidad improductiva.