Pasó la tormenta. Aquella bofetada de Banfield en el Pueblo Viejo, desnudó cosas que estremecieron este proceso que recién está comenzando en Concepción pero contra Sarmiento de Junín, este San Martín sacó a la luz algunos síntomas que hablan de una notable mejoría, de una correcta reelección del camino y de una autocrítica productiva en este comienzo de temporada. Poner las cosas en su lugar fue clave. Que las piezas vayan dónde tienen que ir clarificó todo el panorama del entrenador que acusando el impacto, armó el San Martín de la gente. Con nombres puestos en donde deben ir como Mattia en la zaga, Bogado en el medio y Caprari en el ataque. Fue poner todo en orden y desde ahí, San Martín reencontró solidez en su última línea, equilibrio en el mediocampo y capacidad de contundencia en la ofensiva: los tres pilares que hacen fuerte a cualquier equipo. De atrás para adelante, San Martín fue mostrando que cada pieza tiene su lugar. A los problemas en defensa, la presencia de Francisco Mattia como primer zaguero fue la primera solución. Con ese movimiento, todo el fondo se acomodó y prácticamente nunca perdió contra los delanteros de Sarmiento. En el mediocampo, la titularidad de Mauro Bogado le entregó la fluidez por la derecha para ser salida permanente y mostrar el camino para todos. Un titular indiscutido que con su trajinar le permitió más soltura a Ledesma como volante central, quien se complementó más que bien con Franco Quiroga, de enorme rendimiento. Tal vez el punto menos sólido fue la producción de Lucas Salas, quien se excedió de individualismo en varios pasajes. El otro aspecto a destacar en esta evolución de San Martín fue la presencia de Gastón Caprari como socio del ya rendidor Pablo López. Caprari aportó todo su sacrificio pero además fue el rebotero de cada pelota que llegó a la ofensiva. Se mostró siempre, aguantó y tocó para el que llegó de frente. Con esa oxigenación, San Martín tuvo espacio para la maniobra colectiva y para la creación de los circuitos que tanto necesita para abrir a rivales que se le cierran bien.

Garnero armó el San Martín que quería la gente y eso le entregó las respuestas necesarias como para ir edificando el perfil definitivo de este San Martín que ganó algo más que un partido ante Sarmiento.