Las intenciones podrán haber sido buenas pero las desprolijidades terminaron ganando por nocaut. La concentración que debía realizar el preseleccionado nacional de hockey sobre patines en la cordillerana ciudad de Malargüe, en Mendoza, quedó en la nada. Es que la delegación nunca llegó a destino. En el camino aparecieron problemas sin solución -especialmente de transporte- y el cuerpo técnico encabezado por José Martinazzo tomó una determinación: regresar a San Juan y dejar sin efecto la concentración en Malargüe. Esta decisión fue avalada por todos los integrantes del plantel luego de un corto debate saliendo de la capital mendocina, por lo que el viaje que había comenzado pasado el mediodía, y que aún le quedaba más de seis horas hasta llegar a destino, cambió su rumbo. El plantel regresó de nuevo a la capital de Mendoza y esperó a la misma movilidad que los había llevado hasta ahí para emprender el impensado regreso a San Juan. Lo que se produjo a las 20.20.

A decir verdad, lo de ayer del preseleccionado fue una verdadera odisea. Es que la historia arrancó mal y terminó con una lógica consecuencia: aún peor. El viaje a Malargüe había sido tomado con responsabilidad y compromiso por el plantel nacional. Pero quienes lo organizaron desde la municipalidad de la localidad cordillerana cometieron una serie de desprolijidades que fueron colmando la paciencia tanto de los integrantes del cuerpo técnico como de los jugadores.

Primero, el ómnibus que los debía buscar para salir desde el estadio Cantoni, sobre el mediodía, nunca llegó. Desde Malargüe se comunicaron con el técnico Martinazzo para aclararle que la movilidad saldría desde Mendoza. En consecuencia el técnico -con la apoyatura del coordinador Cacho Licciardi- se movió con rapidez y contrataron una combi para viajar desde San Juan a Mendoza capital.

Amontonados, por el mínimo espacio, los integrantes del plantel partieron a las 12.40, luego de despedir alegremente a sus familiares. Pero a la llegada a la capital mendocina (alrededor de las 14.45) el tema empeoró. Es que tenían entendido que allí los esperarían para un rápido almuerzo, algo que se limitó a una sola bandeja de sandwiches y dos gaseosas grandes para los 20 integrantes del plantel. Colaboradores de Martinazzo compraron más comida, aunque varios de los jugadores, fastidiados, a su vez fueron a conseguir por su cuenta más alimento.

El punto de extremo enojo se dio cuando llegó el ómnibus que debía llevar el plantel hasta Malargüe. Una pequeña movilidad, inclusive en malas condiciones. Bien es sabido que el equipaje de los hockistas se compone de bolsos grandes, por lo que, sólo con los bolsos, el interior del ómnibus ya parecía repleto.

Butacas con apoya-cabeza rotos, sin reclinación, con escaso espacio para estirar las piernas, una movilidad sin baño. Mil y un inconvenientes.

Igual, el minibus partió rumbo a Malargüe. Pero a poco de andar se produjo la deliberación entre todos y el cuerpo técnico anunció la determinación de regresar a San Juan porque no estaban dadas las condiciones de traslado para un plantel nacional. La decisión contó con el aval de la totalidad de los jugadores.

Estaba claro que así no podían viajar. Más aún porque todavía les quedaba más de seis horas hasta llegar a destino. Volvieron hasta la oficina de turismo de Malargüe, en calle Las Heras de la capital mendocina, y esperaron que la misma movilidad del principio los regresara a San Juan.

Así fue la odisea del preseleccionado. Las desprolijidades llegaron a conformar un combo que fue un verdadero papelón. No habrá concentración en Malargüe. Los entrenamientos seguirán hoy en San Juan. Muchos consideraron que fue una vergüenza por el trato que tuvieron pero a la vez coincidieron que estas malas experiencias sirven para fortalecer la intimidad del grupo. Que así sea.