Mano a mano. Sin vencedores ni vencidos pero con una sensación de plenitud porque Trinidad y Del Bono no se guardaron nada. Terminaron igualados 2-2 en un clásico intenso, cambiante. Emotivo. Lo empezó ganando el Bodeguero, lo remontó Trinidad y pasó a ser ganador pero luego, Del Bono a puro coraje, puso justicia en el marcador. Ninguno mereció perderlo, tampoco ninguno mereció ganarlo. Fue empate y justicia.
La promesa de clásico electrizante se dio nomás de entrada. Es que Del Bono sorprendió a los 5 minutos de partido cuando Fabricio Paz apuró en la salida a Hernán Muñoz y antes de que se acomodara Andrés Lavorante, el Titi eligió sutileza y fantasía para colocar la pelota en el ángulo superior derecho del arco de Trinidad. Un golazo. Con el 1-0 parecía que Del Bono se acomodaría el traje del contragolpe porque preocupó un par de veces. Pero Trinidad fue y fue. Con limitaciones y mucha potencia. Hasta que en 4 minutos revirtió el resultado. A los 39′, Edgardo Díaz le metió rosca a un tiro libre desde la derecha y Pablo Pelayes no pudo resolverlo. Empate 1-1 y el nacimiento de otro partido porque entonado, el León se llevó por delante a un descontrolado Del Bono y a los 43′, otra vez Edgardo Díaz fue verdugo de Pelayes al cabecear solo al gol.
En el complemento, Del Bono arriesgó más. Salió el Luto Molina lesionado y entró Mariano Nuñez. El Peti le dio profundidad al juego pero no había potencia ni en Prieto ni en Galán para poder emparejar el marcador. De tanto insistir, el Bodeguero tuvo su premio porque a los 31′, Silvio Prieto puso el 2-2 que se acercaba más a lo visto en la cancha.
Trinidad quiso algo más sabiéndose local y necesitado de revertir la derrota de entre semana en Mendoza. Del Bono curó sus heridas tras la sorpresiva goleada de la fecha anterior. El punto no terminó siendo castigo. Sonó más bien a premio por lo que ambos entregaron en la cancha. Ni más, ni menos.