Está claro que el partido frente a Haití no sirvió para medir el nivel futbolístico de la Selección argentina en la previa del Mundial de Rusia, pero sí fue por demás productivo para poder afrontar el último tramo de preparación con una sonrisa y dejando atrás la pesada mochila del 1-6 ante España en Madrid.

De todas maneras, el 4-0 ante los centroamericanos no hubiera sido posible sin la presencia estelar de Lionel Messi, que ya a esta altura es mucho más que el as de espadas en el equipo que conduce, hasta el momento como puede, Jorge Sampaoli. En esta etapa la Pulga es prácticamente todo el maso de cartas donde están depositadas las ilusiones albicelestes.

Siempre ubicado en el lugar justo, comprometido en cada jugada y anotando tres goles. Así fue la noche de la Pulga. Pero a él no le bastó con esa performance y quiso más, porque hasta le dio una habilitación tremenda al Kun Agüero para que terminara de sellar la goleada ante una Bombonera que no se cansó de mimar al equipo.

Y esos cariños fueron más que nada gracias a Messi, que desde que pisó el campo de juego generó alegría a los fanáticos y también contagió ganas de tener la mejor despedida a sus compañeros. Con Messi alcanzó para clasificar al Mundial de Rusia con aquel triplete ante Ecuador, pero es muy difícil que la misma fórmula perdure hasta la cita en Rusia.

Pero no porque a la Pulga le falte calidad, al contrario, le sobra. Sino que el problema es que si él no la mete o no aparece, nadie lo hace ni tampoco convierte. Al menos esa es la impresión de los últimos partidos que también se vio reflejada ante la débil Haití. Higuaín tuvo chances y nada, Di María probó y no tuvo suerte.

Solo Messi, primero de penal, luego aprovechando un rebote y posteriormente definiendo una gran jugada de Pavón, acaso quien puede llegar a ser su socio en el Mundial, pudo encaminar el triunfo, que sí es importante por el envión anímico y porque suma mucho en lo emocional. Pero si el capitán hubiera estado ausente, las dosis de cariño que mostró la gente quizás podrían haber sido menores, algo bastante complejo en una despedida, más que nada si se trata de la previa mundialista.