Miles. Los chinos acceden fácilmente a las motos, pues cuestan en promedio 8.000 pesos.

 

Walter Cavalli – Enviado Especial

Diario de Cuyo

 

Son miles. Van y vienen de manera constante. Las motos son acá, en China, un verdadero fenómeno. Forman parte de la vida misma. Las hay de todas formas y colores. De marcas distintas. De calidades d

entes. Lo cierto es que las manejan todos. Los hombres, las mujeres, los jóvenes. Apenas aparece el sol, salen como hormigas.

Empiezan a poblar la senda especial para ellas en cada calle o avenida. Se agolpan a más no creer cuando el semáforo las detiene con su color rojo. Y arrancan en malón, cuando el verde les da el vía. Los motociclistas tocan bocina siempre. Es más, hacen un culto de sonidos diferentes mientras invaden cada lugar. Se vuelven, por momentos, insoportables. 

Lo particular, y si se quiere sorprendente para los sanjuaninos, es que aquí nadie usa casco. Entonces, la pregunta es: ¿cuál postura u obligatoriedad es mejor? Y, cuando el índice de accidentes es bajo, que no usen casco tiene su explicación. Acá, en China, las motos no van por el mismo lugar que los autos. Tienen su senda propia que comparten con las bicicletas. Además, no levantan altas velocidades y, encima, son ordenados y obedientes de cada señal.