Madrid, 10 de enero.- Mourinho (Setúbal, 26 de enero de 1963) es ’The Special One’. El calificativo que nació en su etapa en Inglaterra refleja su personalidad. Alabado por sus continuos éxitos deportivos. Criticado por ser objeto de polémica por sus gestos y declaraciones. El portugués no deja indiferente a nadie. Es tan querido como odiado.

En Italia, siempre será venerado por los aficionados del Inter de Milán. Firmó el pleno en una campaña para los anales de la historia del fútbol conquistando Liga de Campeones, la Liga italiana y la Copa de Italia.

Estudioso del fútbol hasta rozar lo enfermizo, los títulos desde el inicio de su carrera son su gran aval. Tiene un método. El ’método Mou’ que es garantía de éxito. Todos los equipos a los que dirige tienen una cosa en común, el respeto y la admiración de sus jugadores. Forma bloques unidos en torno a su figura, con un trato muy cercano al futbolista de puertas hacia dentro y expresándose con dureza de puertas hacia fuera. Claridad para el elogio y la crítica.

Los títulos adornan la carrera de Mourinho como técnico: ha ganado las ligas nacionales en Portugal (Oporto), Inglaterra (Chelsea) e Italia (Inter de Milán), dos veces en cada ocasión; dos Ligas de Campeones (Oporto 2004 e Inter de Milán 2010) y una Copa de la UEFA (Oporto 2003). Todo aderezado con una Copa y dos Supercopas de Portugal; una Copa y dos Copas de la Liga Inglesas; una Copa y una Supercopa de Italia.

Un palmarés envidiable a sus 47 años, fruto de una gran pasión por el banquillo que le viene desde muy joven. Su padre ya le encargaba espiar a los rivales cuando entrenaba al Os Belenses, equipo del que había sido guardameta. Su abuelo, además, fue presidente del Vitoria de Setubal.

Pronto Mourinho aprendió método, norma y estudio del rival. Como saber sacar provecho de lo que uno tiene y como contrarrestar lo que tiene el rival. Fue inteligente al saber que su futuro en el fútbol no estaba como jugador, sino como líder de grupo.

Se licenció en Educación Física. Realizó en Escocia el curso de director técnico de fútbol de la UEFA, mientras estudiaba el fútbol inglés. Y, luego, se convirtió en entrenador en una escuela secundaria de Portugal. Trabajó en divisiones inferiores, fue aprendiendo en método y estudio, en formación personal y en trato de grupo. Pronto le llegó un paso vital para su carrera, cuando se convirtió en asistente-ayudante del entrenador inglés Bobby Robson.

Marcó su futuro. Estuvieron juntos en Sporting y Oporto, ayudándole en funciones técnicas y también, ante su buen dominio de varios idiomas, como traductor en conferencias de prensa. Robson le llevó al Barcelona como tercer técnico. Tras su marcha se quedó como ayudante del holandés Louis Van Gaal, precisamente a quien le ganó la Liga de Campeones del Inter ante el Bayern Múnich (2-0).

De Robson y Van Gaal aprendió a tratar al grupo, pero especialmente a quitar presión a los jugadores. Tras dejar el Barcelona en verano de 2000, pasó a ser protagonista principal del banquillo. Inició sin éxito en el Benfica (de septiembre a diciembre de 2000), se fue al Leiria (junio 2001 a enero 2002), hasta que finalmente el Oporto le dio una nueva oportunidad. Fue cuando surgió el Mourinho triunfador. Mostró su método como entrenador y protagonista, surgió el personaje polémico con los medios, incluso críticos con rivales y dominador de vestuario.

Su etapa en el Oporto se cerró con éxito y polémica: en la final conquista de la Liga de Campeones (2004) no celebró el triunfo sobre el campo, al retirarse a los vestuarios tras el pitido final, sabedor ya de que abandonaba el club para fichar por el inglés Chelsea. Algo similar a su último éxito, cuando tras ganar con el Inter no regresó a Italia para firmar con el Real Madrid.

Al Chelsea del multimillonario ruso Roman Abramovich también le hizo campeón. Le llevó a la conquista de la ’Premier’ tras 50 años de sequía, a la final de la Liga de Campeones. Pero el 20 de septiembre del 2007, abandonó el club inglés por discrepancias con la directiva del club.

En verano 2008, fichó por el Inter de Milán y curó sus males en Europa guiándole a una Liga de Campeones que no ganaba desde hacía más de cuarenta años. Tras ganar dos ligas italianas, se marchó en pleno éxito, dejando al club en la cima europea.

Su nuevo reto era un Real Madrid en el que Florentino Pérez cambió su filosofía. La necesidad de títulos, de romper una etapa de pérdida de prestigio del club, provocó que el fichaje galáctico de la actual temporada no fuese ningún jugador sino el entrenador. El madridismo acudió a Mourinho como el salvador, la única persona que sabe frenar al mejor Barcelona de todos los tiempos. Y en ese papel, el técnico portugués se siente cómodo. Con mucho trabajo por delante, recibe el impulso del ’Balón de Oro’, instalado en la cima del mundo.