En los últimos tiempos quizás Gerardo Martino fue el técnico que con mayor tiempo de trabajo pudo rodearlo y encontrar la explosión de un equipo junto a Messi en lo que fue la Copa América Centenario de Estados Unidos.

En los últimos años la única certeza de la Selección argentina se llama Lionel Messi. En los últimos procesos de Martino, Bauza, Sampaoli, el único nombre propio que se impone por categoría individual y presente futbolístico es el de él.

A excepción de Messi las dudas se multiplican puesto por puesto.

En el arco la baja de Romero, el arquero de los últimos años, llevó a una obligada improvisación buscando en Caballero o Armani al reemplazante del ex arquero de Racing.

En la mitad de la cancha, un Mascherano que inicialmente era defensor se transformó nuevamente en el volante central que todos conocíamos. Y a partir de allí los interrogantes que también se multiplican en las distintas posiciones. Biglia, Lo Celso, Enzo Pérez, Meza o Banega, son algunos de los nombres propios para cubrir diferentes lugares en una zona tan importante como la medular.

En defensa sobresale el nombre de Nicolás Ottamendi, que de la mano de Guardiola encima creció en el fútbol europeo.

El nombre de Di María, que días antes del Mundial aparecía como una de las segundas guitarras de Messi y un jugador insustituible hoy por hoy pende de un hilo por las dudas o interrogantes del DT.
El lugar del "9" sufrió el mismo efecto, Higuaín o Agüero. Antes del Mundial Icardi o Lautaro Martínez.

Podríamos sumarle la duda del sistema táctico: con tres o cuatro defensores, uno o dos volantes de contención, con uno o dos delanteros, con extremos o con mediocampistas más retrasados.

Una certeza con el mejor jugador del mundo, varios interrogantes y un plan que buscará consolidarse para encontrar el camino de superar a Croacia y clasificar.