La primera fecha del esperado primer Mundial en el continente africano pasó con más expectativas que fútbol. Los que jugaron a "algo" ganaron. En ese paquete entran candidatos como Brasil, Alemania y Argentina que, viviendo diferentes situaciones, entraron al torneo con el pie derecho. Otros, no tan favoritos, que mostraron un estilo interesante y tuvieron su premio son Holanda y Chile. ¿Después…? Poco y nada. Hasta la ostentosa España encalló en las costas sudafricanas las carabelas de la conquista del -para ellos- Nuevo Mundo.

De los 16 partidos sólo dos terminaron sin goles (Uruguay-Francia y Costa de Marfil- Portugal), pero seis culminaron 1 a 0. Entre ellos se incluyen los de Argentina y Chile que, junto a Brasil en menor medida, que también ganó por la mínima diferencia (2-1 a Corea del Norte) fueron muy superiores a sus ocasionales vencidos, Nigeria y Honduras, respectivamente.

Como el tema es la primera fecha, vale la aclaración que la goleada de Uruguay a Sudáfrica no entra en el recuento. Y, si bien es cierto que los números gobiernan el mundo, también es verdad que de lo que se habla es fútbol y por lo tanto, todavía felizmente, sigue imperando aquello de la dinámica de lo impensado. Eso que permite vivir sorpresas como la de ayer en que Suiza le bajó el copete a España. Y genera ilusiones, que pueden parecer desmedidas pero dentro de la ilógica del fútbol tienen su espacio como la declaración del técnico surcoreano Huh Jung-Moo afirmando que su seleccionado, que hoy enfrenta a Argentina, llegará a semifinales.

Si la lupa se pone sobre los candidatos a ganar el balón de oro, no cabe duda que Lionel Messi, aún sin haber convertido goles en la anémica primera fecha, le sacó varios cuerpos al portugués Cristiano Ronaldo. Y si de revelaciones se trata, el alemán Mesut Özil, dueño de una elegante y prodigiosa zurda tomó la delantera. El chileno Alexis Sanchez, movedizo y encarador, viene un escalón detrás. Cuesta encontrar, en estos 16 primeros partidos, un jugador que haya deslumbrado. Quedan, sí, los aceptables rendimientos de los ingleses Steven Gerrard y Wayne Rooney; las electrizantes incursiones de Robinho que confundieron a los norcoreanos y algún funcionamiento de equipo, como el ordenado Paraguay que dirige Gerardo "Tata" Martino.

En ese afán tremendista tan propio que tenemos los argentinos, antes de que la Jaboulani comenzara a rodar, todos eran "cucos" y Argentina una incógnita que apoyaba sus pretensiones más en el ferviente deseo de 24 años de abstinencia que en el juego que podía desarrollar el equipo. Hoy, con la primera fecha en la guantera, nos damos cuenta que ninguno es tanto y que los de siempre, Argentina incluido, son los grandes candidatos a jugar la final el próximo 11 de julio.