No es el Carlitos al que estamos acostumbrados. Carlos Tevez no se lució anoche en el Estadio del Bicentenario, pero igual realizó un papel regular y solo un par de destellos bastaron para la ovación de todo el pueblo xeneize que se dio cita en el coloso pocitano.

El “jugador del pueblo” jugó exactamente una hora. Al igual que el resto de sus compañeros, dejó plasmado en la cancha que venían de pretemporada. Es que el primer tiempo fue pobre, demasiado. Con algunos intentos, Carlitos trató de ponerse el equipo al hombro, pero no lo logró y no porque lo desbordaran en la marca, sino por algunas imprecisiones propias de pretemporada. Los minutos pasaron pero ni Tevez ni Boca aparecían. De las tribunas bajaban los gritos de aliento cada vez que el Apache conectaba algún balón, pero era en vano. Recién en el segundo tiempo apareció su mejor versión y los fanáticos pudieron aprovecharlo en esos quince minutos que estuvo en cancha. Iban pocos minutos del encuentro, cuando Carlitos apareció por el sector izquierdo, enganchó y cuando le dejó el gol servido a Nicolás Lodeiro, el uruguayo terminó desperdiciando la oportunidad. Bastó eso para que todo el estadio pocitano se parara para aplaudirlo, era “el” momento y había que aprovecharlo. Claro, fue una ráfaga de buen fútbol, porque cuando el marcador marcaba 15’, el Vasco Arruabarrena decidió resguardarlo sacandolo a la cancha y ahí sí hubo ovación total. El delantero le dejó la cinta de capitán a Marín y respondió con el brazo en alto cada muestra de afecto de la parcialidad.

Es Tevez. Es pueblo y es humildad. Carlitos estuvo en San Juan y nuevamente desde que llegó a la provincia no paró de llamar la atención con sus gestos, como el que tuvo con “Fundamé” por la mañana (ver aparte). Ese es Carlitos, que a pesar de haber jugado poco, la ovación la tuvo merecida.