No hay que ir muy atrás en la historia de la Copa del Mundo para recordar a conjuntos ingleses que comienzan el certamen mal y lo terminan. Pero este inicio de los dirigidos por Capello, es preocupante. Más allá del 0-0 con Argelia y de no haber podido conseguir un triunfo en el debut. Es el fútbol inglés el que no aparece, y que deberá mostrarse ante Eslovenia para que el sueño no termine demasiado pronto. Allí, la victoria alcanza para estar en octavos. Aunque un nuevo tropezón significaría el final.

En el primer tiempo, Inglaterra comenzó mejor, pero sólo hasta la mitad del campo, ya que en el ataque su juego no tuvo precisión, y pese al prolijo trabajo de Lampard y Lennon, no pudo contra los mediocampistas argelinos, de buena tarea.

Sobre los 19′, en un arresto individual de Gerrard, el mediocampista tiró desde lejos pero su envío fue detenido por el arquero Mbolhi, y rápidamente respondió Argelia, a través de Matmour que tiró fuerte pero su remate fue atajado por James.

A partir de esa jugada, Inglaterra ejerció un leve dominio que no le sirvió para marcar diferencias en la parte inicial, a tal punto que los espectadores despidieron con silbidos por la pobre actuación de los dos equipos.

En el complemento, Argelia adelantó sus líneas, y comenzó a dominar el partido, aunque careció de la profundidad para inquietar a James.

El conjunto dirigido por Capello comenzó a decaer en su juego, y salvo algunas jugadas individuales de Rooney, no inquieto al seguro arquero Mbolhi, entonces el entrenador decidió el ingreso de Phillips por Lennon y allí creció el juego inglés.

En los minutos finales, Inglaterra atacó desordenadamente, pero no pudo quebrar la resistencia de Argelia que, refugiado en su área, desbarató todos sus intentos y se retiró festejando el empate ante un poderoso rival, que fue abucheado por sus propios simpatizantes.