Dos partidos a cero. Seis sets a uno. En total, cinco horas y veintitrés minutos en cancha. Argentina tiene grogui al campeón de la Copa Davis, Serbia, y ante su propia gente, después de un viernes impensado para muchos. Porque como diría la ex banda de rock Callejeros en uno de sus temas más emblemáticos es +tan perfecto, que asusta+. La ventaja, posiblemente determinante, en la serie para acceder a una nueva final para la Argentina y buscar por primera vez la Ensaladera, llegó de las manos de David Nalbandian y Juan Martín Del Potro. Hoy, desde las 10 horas, la historia se puede liquidar con el juego de dobles, teniendo en claro que el capitán argentino, Modesto Tito Vázquez, recién definirá la dupla horas antes del encuentro que irá televisado para nuestro país por TyC Sports.

Nalbandian, quien en singles suma un récord de 21 victorias y 5 caídas, tuvo la ventaja de no medirse ante el número uno del mundo y reciente campeón del Us Open, Novak Djokovic, quien no está a pleno físicamente y recién aparecería hoy en el dobles. El cordobés fue un concierto de virtudes entre cambios de ritmos y tiros ganadores. Poco y nada pudo hacer Viktor Troicki, 16mo. del ránking, ante la solidez del argentino que se llevó el match por 6-4, 4-6, 6-2 y 6-3.

Si el campeón en el Masters del 2005 tuvo un rendimiento superlativo, lo de Juan Martín Del Potro directamente rozó la perfección. Un dato: de los 66 primeros saques que metió, sólo perdió 6 puntos, es decir un aplastante 90% de efectividad. Janko Tipsarevic, 13ro. en el escalafón mundial, sólo fue rival por momentos más allá del más que contundente y claro 7-5, 6-3 y 6-4.

Un viernes impensado hace unos días, pero que no por eso deja a la Argentina de cara a la gran chance de meterse por cuarta vez en una final de Davis. El triunfo no tapa la relación fría y distante que se observó en los festejos de cada uno (Nalbandian y Del Potro) tras sus victorias. De hecho, el capitán Tito Vázquez, cuyo contrato finalizará en diciembre de este año, ya empezó a mandar indicios de que su decisión sería dejar el cargo. Mucha agua pasó bajo el puente entre los dos mejores jugadores argentinos de los últimos tiempos, pero por fin y al menos hasta el momento la unión por un objetivo común parece más fuerte que los egos. Imprescindiblemente, la lección de la final perdida ante España en Mar del Plata hace tres años y sin la presencia de Rafael Nadal, debe haber dejado alguna enseñanza en el grupo. Es el momento de demostrarlo.