Gustavo Kuffner
Especial para DIARIO DE CUYO, desde Rusia

Rusia 2018 es historia. Atrás quedaron sus hermosas ciudades y sus historias y los permanentes vestigios en cada esquina de lo que fue la Unión Soviética y los tiempos comunistas.

El fútbol volvió a encontrarse como cada cuatro años y demostró que es tan poco previsible en el razonamiento de los fanáticos como sorprendente desde el crecimiento, a través del trabajo y la realización de proyectos, en seleccionados con menos historia y calidad individual.

La sensación de no confiarse y que cualquier conjunto puede dar la talla ante los mejores equipos fue constante, a excepción de unos pocos como Arabia Saudita, Panamá o Túnez.

Al Mundial lo marca el campeón pero merece un párrafo aparte el fútbol de Bélgica, claro ganador "sin corona" al imponer un efectivo fútbol vistoso y demostrar al Mundo que si bien todo deportista compite para coronar, no está nada mal ser tercero del mundo en cualquier orden de la vida. A partir de aquí, serán más cercanos nombres e historias como las de Lukaku, Hazard o De Bruyne.

Gran recibimiento. Hazard, la figura que tuvo Bélgica en el Mundial, disfruta del impresionante marco de personas que los recibió en Bruselas como héroes.

Fue un Mundial europeo pero con mucha influencia africana, demostrado en los semifinalistas. Las barreras abiertas a la llegada de inmigrantes al viejo continente posibilitó que los hijos de los primeros puedan elegir y así, seleccionados como Francia, Bélgica o Inglaterra, puedan fortalecerse.

A principios de los años 90, un enunciado repetía que si lograban organizarse en África, allí estaba el "fútbol de futuro". No lo hicieron. Pero sus futbolistas en países deportivamente organizados marcan diferencias.

Tácticamente no hubo grandes innovaciones aunque, cabe destacar, la propuesta de fútbol horizontal y amplio con permanente uso de laterales y extremos para lograr verticalidad.

El español Roberto Martínez, entrenador de Bélgica, sentenció y comparto "hoy las grandes figuras pueden ganarte un partido, pero ya no ganan solos los campeonatos". La evolución del juego es colectiva y contrarresta cualquier variable opuesta.

Llega el momento de esperar cuatro años y en ese camino volver a encontrar con Eliminatorias y nuestro fútbol cotidiano. Ya llegará el tiempo para pensar en Qatar 2022.