Si bien la barra mercurial no superó los 40 grados, la pesadez ambiental fue el peor rival para los ciclistas. Es cierto que todos lo sufrieron por igual, pero también es verdad que si el trabajo de los auxilios no tenía la coordinación necesaria, el pedalista podía deshidratarse, como le ocurrió al español García (Titi vos sabés), quien confesó que subió acalambrado la Cuesta de las Vacas.
El esfuerzo fue titánico. En el regreso hacía 9 de Julio se transitó muy rápido, especialmente el grupo que debía alcanzar a los punteros. Con sólo mirarlos uno se daba cuenta lo exigidos que venían los ciclistas. Por sus caras y brazos corrían ríos de transpiración. Esa agua que el cuerpo produce para combatir el calor debe ser repuesta por vía oral para evitar los problemas orgánicos que puede generar una descompensación.
Ayer los gregarios tuvieron doble tarea, no había agua para paliar tamaña necesidad.