En una sucesión interminable de fotos y saludos, Alberto Ontiveros arribó al vivac en el autódromo ‘El Zonda-Eduardo Copello’ y vivió uno de los momentos más emocionantes en su cuarto Dakar, al reencontrarse con sus seres queridos, luego de una jornada accidentada.

Al Puchi, su madre y su pareja lo llenaron de besos y abrazos, un alivio para el piloto que mostraba todo su cansancio en los ojos enrojecidos y que ya había recibido muestras de cariño antes de ingresar al vivac con los sanjuaninos que disfrutaban del desfile de los participantes.

El final feliz de la jornada ayudó para que Ontiveros olvidase un poco el dolor en su mano derecha, producto del insólito choque con otro piloto de motos, mientras buscaba acceder a un punto del camino marcado por la organización.

“Choqué con una moto de frente a muy alta velocidad. Me duele un poco la mano todavía y no pude acelerar como me hubiese gustado”, reconoció el piloto sanjuanino de la Beta #83.

Pero la felicidad del momento era superior al dolor del accidente. “Uno que está acá, con todos los afectos, se olvida de eso. De última, habrá que soportar dolor hasta el sábado”, agregó el piloto, en referencia que mañana concluye la competencia.

Al haber concluido la décima de las 12 etapas estipuladas, Ontiveros hizo un balance general de la competencia, antes de partir a su casa a ver a su hijo: “Fue un Dakar duro como siempre. Tuve problemas con la carburación de la moto y eso nos limitó en el clasificador.

El balance positivo siempre es poder terminar y salvo la caída de hoy (por ayer), no tuve otros inconvenientes”.