Tiró una piña más, de las tantas, al aire. Pero esta última, después de que la campana marcara el final del combate iba llena de broca. De la amargura de haberse preparado para pelear y no poder hacerlo. De la impotencia de haber buscado toda la noche y no haber encontrado a un adversario que se olvidó que el boxeo es el arte de pegar y evitar golpes. El sanjuanino, Oscar Fabián Orosco (24-3-0, 7ko), se consagró antenoche en Santa Fe campeón latino supergallo de la OMB (Organización Mundial de Boxeo) derrotando por puntos en fallo mayoritario al bonaerense Leandro Esperante (10-4-0, 9ko), luego de los diez repetidos y anodinos asaltos que duró el match.
Orosco quiso y no pudo. Esperante pudiendo, no supo. Al sanjuanino se le premió su constante labor ofensiva, demasiada obcecada y sin variantes. Ayudó que el bonaerense, apoyado en sus buenas piernas se subió a la moto y nunca, o muy pocas veces, puso pie en tierra para intentar algún ataque.
Ese ir sin encontrar blanco fijo de Orosco, equivocando el camino, muy frontal, repitiéndose en golpes voleados que terminaban cortando el aire o enganchándose en las sogas. Fue mucho, pero mucho más, que ese salir permanente de la zona de fuego por parte de Esperante. El más joven respetó tanto al más veterano que se conformó con deslucirlo. Y el más avezado no tuvo la serenidad necesaria para acortar la salida y combinar manos internas. Las pocas veces, dos o tres, que Orosco ingresó a la media distancia, no tuvo la puntería suficiente. Después del sexto asalto, cuando el de Sarandí empezó a perder velocidad de traslación, el sanjuanino logró conectar algunos golpes, que le sirvieron para volcar la pelea a su favor. Por actitud y búsqueda permanente Orosco ganó bien. Sumo otro título, que lo reubicará entre los primeros 15 del ranking mundial de la OMB.
Es destacable su mayor orden defensivo. Es criticable su falta de ideas para atacar. Lo expuesto antenoche dejó claro que para el vuelo internacional deberá agregar muchas cosas a su boxeo.