Salvó el intento clarísimo de Pablo López en el inicio del encuentro, San Martín no volvió a patearle más al arco de Almirante Brown con destino de red y ahí se resume el porqué del cero en el arco contrario.
Un remate en 90’ es muy pobre para un equipo que pretende tener aspiraciones de grandeza y crecimiento. Porque luego un par de intentos, débiles, de Lucas Salas que no se pueden computar como acciones de riesgo porque no generaron peligro para el arquero Ezequiel Cacace.
Mucho tuvo que ver el rendimiento del equipo y que por las bandas, la fórmula de ataque de Garnero, no dio resultado esta ocasión en Isidro Casanovas. Mauro Bogado no fue el de siempre. Lejos de desequilibrar con su juego y meterle siempre para adelante y generar panorama y juego. Similar a lo de Salas, que perdió la impronta del juvenil desenfrenado, que le puede faltar el respeto a cualquiera y dejarlo en ridículo con sus gambetas.
Y si ellos no le dan juego, no hay otros. Porque López más allá de sus intentos no es su función primordial. Mientras que en el medio volvieron a aparecer las falencias en la marca y distribución. Y en el fondo, en el afán de siempre jugar por abajo, no tuvo plan B ante el aprieta del rival y la perdió con cierta facilidad, para permanecer a la defensiva y por momentos no tener respiro en su juego.
Y por más que ayer jugadores y entrenador basaran sus declaraciones en el estado de la cancha y en que “si López metía la del principio” todo iba a ser diferente. Lo podría haber justificado siempre y cuando lo que hiciera después fuera productivo, pero al arco no probó y por eso no pudo ganar.