Pudo haberlo definido en el primer tiempo pero recién sacó la mínima ventaja cuando apenas faltaban 13′ para el final y la supremacía de tener dos hombres más no alcanzaba para quebrar la enorme voluntad de un Trinidad que cuando se dedicó a jugar, puso en apuros a un Peñarol que sigue la senda ganadora, aún sin gustar. Fue 1-0 sobre el León, como para ratificar que la segunda parte del Oficial que ya empezó sigue siendo número puesto para pelear el título. Le costó. Mucho. Demasiado como para ratificar aspiraciones porque después del tremendo arranque que obligó a la estirada sensacional de Saffe para taparle el gol a Gustavo Delgado, Peñarol perdió claridad y nunca, pero nunca, pudo hacer pesar su mayoría numérica. Trinidad, enloquecido por momentos, pagó caros esos excesos porque Guajardo habló demasiado y Tobares tuvo que expulsarlo cuando 11 contra 11 la historia pudo ser otra para los dirigidos por Andrés Lavorante.

En el comienzo, con viento a favor, Peñarol salió decidido. Apretó a Trinidad y en el primer minuto pudo haber gritado gol pero Saffe voló de palo a palo y le atragantó el grito a Delgado. Todo era Bohemio y a los 18′ un cabezazo de Iván Díaz se fue besando el palo. Pudo ser y no fue. Lentamente, con Costa y Muñoz como abanderados, Trinidad hizo pie y empezó a jugar. Claro, Guajardo, una pieza clave para tener la pelota y administrarla, empezó a entrar en el juego de las palabras y lo terminó pagando. Primero amarilla y luego, en un final electrizante y caliente del primer tiempo, con expulsión. Ahí nació otro partido y Peñarol casi saca ventaja cuando Brizuela metió un tiro en el travesaño.

En el complemento, con uno menos, Trinidad se paró mejor. Se acomodó a favor del viento, se recostó sobre su defensa y esperó la contra. A los 9′, Germán Salla tuvo la más clarita cuando encaró solo contra Avila pero perdió el duelo contra el arquero de Peñarol. A los 14′ Pepe Guiñazú, que tenía amarilla, se lo comió mal a Marín en el costado y vio su segunda amarilla. Era 9 contra 11 y Peñarol tenía toda la obligación por delante. Gaetán mandó a Seba Ríos, se jugó lo que le quedaba y le costó encontrarla.

Iban 32′, llegó el corner desde la derecha de Gutiérrez, salió mal Saffe, le cabecearon en el segundo palo haciendo volver la pelota al primero y ahí estaba solito -demasiado solo- Fernando Gaetán, para empujar al gol en una definición llena de polémica porque parecía offside. Peñarol, sin brillar, con ayuda y con muchísima polémica, ganó con lo justo. Eso, tal vez sea lo que más le interese a su gente que sabe que en la pelea por el Oficial, son número puesto.