Stéphane Peterhansel le sumó ayer a su leyenda al menos un capítulo más, la duodécima corona, pero quizás una de las más especiales al llevar a la marca francesa Peugeot a su primera conquista desde su regreso al Dakar, el año pasado.
A los 50 años, el nacido en Échenoz-la-Méline logró sumar a su palmarés su 12da conquista del Dakar, seis en motos (1991, ‘92, ‘93, ‘95, ‘97 y ‘98) y seis en coches (2004, ‘05, ‘07, ‘12, ‘13 y ‘16), para agigantar el mito.
Con su inseparable y fiel copiloto de aventuras, Jean-Paul Cottret, la leyenda francesa volvió a dar una muestra que su historia no se escribe en pasado, sino que es un presente vivido y aún con perspectiva de futuro.
Pasaron 28 años de aquel estreno con Yamaha y, desde entonces, fueron 68 etapas ganadas para un apellido que ya es leyenda.
En este último triunfo mantuvo su habitual serenidad primero para un trabajo exitoso en equipo para terminar la primera semana con un podio completo de Peugeot y luego para transformarse en la carta ganadora por los contratiempos de Sebastien Loeb y el abandono de Carlos Sainz. Tras el ’armisticio de Belén’ por parte de los comisarios de la prueba, luego de la denuncia de Mini por un supuesto repostaje ilegal en la 8va etapa, Peterhansel se encargó de administrar la diferencia sobre sus perseguidores y arribar nuevamente victorioso a la meta en Rosario.