Las carreras de largo aliento se disputan de manera muy distinta a las competencias de medio fondo. Por lo extensas, se suele regular la marcha para llegar con aire al final. Por eso suelen darse circunstancias que le dan a algunos ciclistas la oportunidad de adquirir protagonismo principal durante algunos tramos.
Ayer, mientras la mayoría del pelotón de 54 hombres se desperezaba, Carlos Toledo (Sindicato Empleados Públicos) tomó aire, apretó los dientes y se despegó del grupo. Ese esfuerzo al que luego se sumaron Alan Ramirez, Ramón Aguirre, Alejandro Saquilan y Rubén Ramos, tuvo su premio, porque se repartieron las metas de montaña con la pasada especial de la Difunta Correa.
Después, cuando llegaron a tener casi 3 minutos de luz sobre el pelotón, sus fuerzas se fueron minando, un poco por el esfuerzo y otro por el castigo del viento, que en la zona del ingreso al puesto de Nikizanga sopló muy fuerte y arrastrando mucha tierra que complicó su tarea. No ganaron la etapa, pero tuvieron su momento de gloria.

