Real Madrid recuperó la mejor de sus versiones en 45 minutos de vendaval, para remontar al Barcelona en la final de la Supercopa de España (2-1), conquistar el primer título de la temporada y torpedear el inicio de la etapa de Tito Vilanova. La Liga conquistada en una competición que premió la regularidad del Real Madrid, con un triunfo en el Camp Nou, fue el primer paso para acortar la distancia entre dos enemigos. Frenar una hegemonía azulgrana. El primer triunfo en el Santiago Bernabéu de la “era Mourinho” en un clásico iguala las fuerzas. Y lo consiguió con el estilo que tanto disfruta el aficionado madrilista. Enterrando planteamientos defensivos y conservadores. Saliendo a por el
Barcelona. Derrotándole con unas armas letales. El ruido externo se rebaja y el fútbol se impone. Dos estilos distintos pero igual de eficaces. Del toque preciosista culé al juego directo madridista. La motivación. La agresividad. Las ganas de levantarse de un pésimo inicio de temporada, guiaron al Real Madrid. Mordió arriba desde el inicio. Presionó unido. Hizo sentirse incómodos a los “cerebros” del Barça. Agresividad. La ilusión por encima del momento físico de inicio de curso. Todos los balones divididos fueron del Real Madrid.
Higuaín se movió como pez en el agua en una noche aciaga de los centrales barcelonistas. Perdonó la primera. A los siete minutos Víctor Valdés comenzaba a asumir que tendría mucho trabajo. Con el pie sacó el mano a mano. Sin señales de mejoría del Barcelona, el fútbol directo tuvo su premio. Un balón largo de Sergio Ramos encontró un grave error de Mascherano. Midió mal. Higuaín desató la locura. A la segunda aprovechó el regalo superando a Valdés con un disparo que se coló por debajo de sus piernas. El gol para voltear la eliminatoria ya lo tenía el Real Madrid. Otro balón largo, un nuevo fallo del central, en este caso Piqué, permitió a Cristiano llevarse el balón de espuela. Valdés no salió y el portugués tuvo tiempo para controlar el balón dentro del área, acomodarlo y soltar un latigazo a la red. No falló a su cita. Descontó Messi pero la historia ya estaba escrita pese a que faltaba un tiempo todavía.

