Buenos Aires, 31 de agosto.- Este arquero se convirtió en el villano de su propio equipo, mientras que su rival aprovechó el regalito desde medio campo.



Cuando debía ser el hombre de seguridad, este guardameta se alistaba a patear. Estaba en su territorio. Había mandado a sus compañeros a ir hacia adelante y buscar la pelota.



Era el momento del despeje. Al llegar al balón se resbaló, pero pudo despejar. No cómo él hubiera querido, debido a que le cayó a un rival cerca del círculo central.



El jugador aprovechó y desde esa distancia mandó su “fusil” al fondo de las redes.