Iban 30 segundos y Cacau la mandó a guardar. Casi tres minutos después una gran corrida de Didí se convirtió en el segundo de Brasil. Asombro total. Caras inexpresivas dentro de la cancha. Miradas incrédulas en el banco. Un cuadro impensado por completo. Cachetazo que era para nocaut. Pero nada de eso. Sólo un volver a empezar. Y así fue nomás. Porque en un partido que rayó lo desconcertante, la Selección argentina de hockey sobre patines le ganó 9-5 a Brasil y se metió en las semifinales, donde hoy se topará con otro candidato, Portugal (17.15, por Telesol y Fox Sports2).
Dicen que para gozar, antes hay que sufrir. Y eso es lo que vive este plantel argentino. Con los palos que tuvo que saltar en la previa. Con tener que jugar la ronda inicial en Namibe (la otra sede). Y con lo que le pasó ayer frente a los brasileños. Todo ese combo de detalles negativos los terminó por dejar en el cajón del olvido. Y sacó garra, juego y corazón para ganar. Como su historia y sus pergaminos se lo mandan.
En realidad, la Argentina tuvo que sacar pecho en dos momentos. Aquel del inicio (en el que perdiendo 2-0 pasó a ganar 5-3). Y después, en el complemento, cuando se lo empataron 5-5 y estaba otra vez desconcertado, hizo movimientos vitales para aniquilar a los inteligentes jugadores del sanjuanino Belbruno.
Estaba claro que Brasil iba a dar batalla. Lo que no estaba ni en los pensamientos era que mientras los brasileños entraron concentrados al cien por ciento, los argentinos parecieron estar dormidos.
El 2-0 para el rival fue un duro golpe pero de a poco y con variantes (entraron hombres vitales como Carlos López y Matías Platero) la Argentina fue dando vuelta la historia. Afirmado en la contundencia de Emanuel García (hizo cuatro goles) y las apariciones geniales de Carlos Nicolía (aunque con muchas intermitencias) el equipo de Giuliani se adueñó por completo de la bocha y no perdonó. Lo único malo es que le dejó abierta la puerta para el contragolpe y eso lo pagó en el inicio del complemento. Encima, el arquero Valentín Grimalt no paró como es su costumbre y también incidió.
Al descanso se fueron con un 5-3 para la Argentina que, dentro de las irregularidades y vaivenes que tuvo el choque, era lo más justificable.
En el complemento, la Argentina padeció de justeza para convertir y, de contragolpe, otra vez lo complicó Brasil. El empate otra vez sorprendió. Entonces Giuliani mandó a la cancha a aquellos dos jugadores que habían dado vuelta la historia en el primer tiempo: Platero y López. Y éste último, en un minuto, a fuerza de rapidez, garra e inteligencia, clavó dos pepas. Brasil sintió el golpe y ya no reaccionó. La Argentina metió dos más pero el nudo ya estaba desatado con esos goles de “Carlitos”.
Fue difícil. Vaya si lo fue. En un partido desconcertante, la Argentina mostró otra cara positiva que la puede necesitar más adelante: La de la reacción. Le queda ganar dos partidos para dar el grito sagrado. Pasta hay. Corazón tiene. Sólo debe estar concentrado desde que empieza hasta que termina cada partido.

