La ineficacia política de los dirigentes, mezclada con el poder de la barra brava le dieron forma al peor capítulo de la gloriosa historia de River Plate. Pero este descenso no comenzó hace 38 fechas con la temporada 2010-2011, sino que se empezó a gestar allá por 2005, cuando Aguilar consiguió la reelección como presidente, luego de un primer período que tuvo dos títulos.
Aguilar mantuvo a Merlo como entrenador, pero en la pretemporada, "Mostaza" decidió renunciar luego de un altercado con Marcelo Gallardo. Llegó Daniel Passarella como director técnico pero los refuerzos intrascendentes se hicieron comunes en el plantel y sólo se festejaba ganarle a Boca.
El año bisagra en este debacle fue el 2007, cuando el poderío que tomó la barra instaló el pánico y ese fue el comienzo de un futuro aún más oscuro. En 2008, el salvaje ataque en cancha de Vélez antes del cotejo con Arsenal de parte de un sector de la barra sobre otro que quería tomar posición en la popular empañó el título del Clausura 2008, bajo el mando del técnico Simeone, en la última consagración de River.
Tras ese logro, el entrenador tuvo un cortocircuito con Ortega y el ídolo se fue para Independiente Rivadavia de Mendoza. Sin refuerzos de jerarquía y deambulando por el campeonato, River terminó último en las posiciones. En diciembre de 2009, Aguilar le cedió el mando a Passarella. Astrada se mantuvo en el cargo como técnico, pero los malos resultados aceleraron su salida y la llegada de Cappa. Con el gestor del "Tiki Tiki", River continuó siendo pobre. Passarella lo despidió y subió a Juan José López, quien fue el "bombero de emergencia" de un equipo que terminó el Apertura 2010 con el tercer puesto en la tabla. Pero, esa ilusión fue solo un espejismo. El presidente decidió contratar solo al delantero Fabián Bordagaray, suplente en San Lorenzo, y arreglarse con lo que tenía y por ende el equipo se cayó y se instaló en la Promoción. River tampoco supo cómo jugarse ante un Belgrano preparado para la ocasión y para dar el salto. El descenso de categoría ya está consumado y ayer el Monumental vivió su jornada más triste de la historia.