“Robson de Souza, Robinho, ingresó este viernes, 22, alrededor de la 1 de la mañana, a la Penitenciaría II ‘Dr. José Augusto César Salgado’ de Tremembé”, indicó la administración carcelaria estatal.
El exdelantero, de 40 años, fue detenido el jueves por la Policía Federal en la ciudad portuaria de Santos, donde residía.
El exatacante de la ‘Seleção’ y del Real Madrid fue condenado en Italia por violar en grupo en 2013 a una joven albanesa en una discoteca de Milán, cuando era jugador del AC Milán. La sentencia fue ratificada en 2022.
El miércoles el Superior Tribunal de Justicia dictaminó que el exjugador debía pagar en su país la condena, como habían pedido las autoridades italianas, puesto que Brasil no extradita a sus ciudadanos.
La “cárcel de los famosos”
Tremembé II, donde alojaron a Robinho, es una cárcel conocida por haber albergado a presos involucrados en casos de gran repercusión mediática.
Ubicada a unos 150 kilómetros de la ciudad de San PAblo, fue inaugurada en 1955 y desde principios de los 2000 recibe a presos “especiales”.
Entre los que han pasado por allí, están Alexandre Nardoni, condenado por haber tirado en 2008 a su hija de cinco años de un apartamento en el sexto piso, y Lindemberg Alves, quien mató a su exnovia después de tenerla secuestrada durante 100 horas.
El actual presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, estuvo a punto de ser transferido a Tremembé II en 2019 para cumplir su condena por corrupción, pero la Corte Suprema suspendió la transferencia tras un recurso de la defensa.
Detrás del portón pintado de azul y blanco de la cárcel, se esconde un complejo de 8.400 metros cuadrados construidos y con capacidad para albergar a más de 500 personas en régimen cerrado, como es el caso de Robinho, o semiabierto.
Cada celda acoge a un número limitado de presos, aunque el exfutbolista del Real Madrid pasará la primera semana bajo observación en una habitación separada antes de empezar a convivir con otros condenados.
Los prisioneros disponen de biblioteca y huerto, y tienen la opción de participar en trabajos manuales, como la construcción de sillas y pupitres escolares que después son vendidos por una fundación dependiente del Gobierno regional y que tiene por misión la reintegración social.