Buenos Aires, 28 de agosto.- Después de la heroica hazaña conseguida en la Copa Libertadores San Lorenzo se relajó, y en sus dos primeras presentaciones por el torneo doméstico se fue con frustraciones. Por lo tanto, el partido ante Quilmes parecía ser el rival ideal para terminar con los festejos coperos y concentrarse en la competición local. Sin embargo, del otro lado estaba un equipo que también llegaba a la cuarta fecha sin conocer la victoria, y ello significaba una complicación más para las urgencias del "Ciclón".

La primera acción del encuentro dejó un manto de dudas sobre la mentalidad de los conducidos por Edgardo Bauza, ya que un flojo despeje de Mauro Cetto le permitió a Mauro Carli asistir a Alan Alegre. Sólo por el pésimo cabezazo del central Sebastián Torrico se quedó con lo que pudo ser la prematura conquista. Una situación similar a la que atravesaron Julio Buffarini y Sergio Hipperdinger. Un rechace del ex Ferro hacia el medio habilitó al delantero, pero su débil disparo volvió a concluir en los guantes del arquero.

A pesar de su pasiva actitud, Gonzalo Verón aplicó toda su velocidad para desparramar a sus marcadores y enviar un buscapié para la llegada de Nicolás Blandi. La reacción de Silvio Dulcich atentó contra los deseos de los atacantes, que observaron al de Alpa Corral revolcarse para hacerse dueño del balón.

No conforme con la resolución de su creación, el ex delantero de Sportivo Italiano envió un preciso centro para que Héctor Villalba se eleve en el cielo bonaerense y anote el 1 a 0. La lesión del "Pitu" González y la desventaja parcial comenzaron a definir el destino del combinado de Pablo Quatrocchi.

Justamente, el mejor jugador de la noche se encargó de definir el espectáculo antes de que se vayan al descanso. En lugar de llegar hasta el fondo, para asistir a un compañero, Verón encaró con potencia y con un tiro rasante marcó el 2 a 0. Los del "Patón" ya tenían los tres puntos asegurados, y más aún cuando en tiempo de descuento Néstor Ortigoza anotó el 3 a 0 definitivo.