Suele decirse que el éxito tiene como compañía segura a la fama. Eso es justamente lo que sintió desde que se fue haciendo un lugar en el puntero de la B Nacional, Guillermo Pereyra. El único sanjuanino titular en el team de Hrabina que impuso distintos récords en estos primeros seis meses de temporada, reveló que su vida diaria cambió por la exposición mediática al ser ‘el ocho de San Martín’. Desde ir a un boliche -recién una vez de vacaciones como aclaró el volante- y que le regalen bebidas, hasta que le sacaran fotos en un restaurante. E incluso, como remarcó el juvenil de 21 de años llegar a firmar autógrafos en la calle. Sí, Sr. Popular…
"Son cosas muy fuertes las que generan jugar en un club como San Martín. Uno muchas veces no toma dimensión de la repercusión que eso tiene. Por ejemplo, después del triunfo ante la CAI fuimos a cenar con mi familia. Entré al restaurante y sentí como que la gente se dio vuelta para ver quién llegaba. Eso me dio bastante de vergüenza. Pero lo más raro se dio con un papá y su hijo que estaban comiendo en la mesa de al lado. Se me acercó el señor y me preguntó si yo era Pereyra. No sabía que decirle y cuando le dije que sí, el hijo se prendió ahí nomás y se terminó sacando una foto conmigo porque era fanático del equipo e incluso tenía su remera debajo del buzo", describió el sanjuanino que llegó a préstamo sin opción de compra ni cargo esta temporada al Verdinegro y que se convirtió en una de las grandes revelaciones del plantel.
Para Pereyra la fama no sólo la tutea en un restaurante, sino en el día a día cuando transita por las calles de su provincia. "La gente, sobre todo los más jóvenes que son los que van a la cancha, me reconocen en el centro y hasta me piden autógrafos. Es algo muy lindo ese cariño de la gente, aunque la verdad que me da un poco de vergüenza y no sé como responderles", confesó.
En plena juventud y ya alejado de las canchas Guillermo también vio el fruto de la exposición en un boliche. "Salí a bailar por primera vez en el semestre con mi novia el fin de semana pasado y la verdad, que era muy raro que la gente me saludara. Encima cuando me acerqué al barman me dijo que le pidiera lo que fuera, que me lo daba gratis", finalizó sonriente Pereyra, dueño de una dinámica y técnica más que interesantes. Alguien a quien la fama le llegó temprano y él, entre su humildad y timidez, trata de llevarla adelante lo mejor posible.

