Una nueva invasión chilena ocupó todas las calles de San Juan, aunque esta vez muchos llegaron "sobre la hora" ya que el paso Cristo Redentor estuvo recién ayer habilitado luego de 48 horas por una intensa nevada.

Esto también influyó para que se vieran pequeños claros en las tribunas del Bicentenario, que contó con 22.000 espectadores, es decir con 3.000 faltantes para ver al estadio repleto. Igual, Chile jugó otra vez como si fuera "su casa" el flamante estadio sanjuanino, como ocurrió en la doble jornada del 4 de julio, cuando derrotó por 2 a 1 a México.

Más allá de la eliminación sufrida con Venezuela, la Marea Roja alentó antes y durante el partido. Luego de consumada la derrota, sólo se vieron caras de resignación y un éxodo veloz. Los venezolanos también aportaron lo suyo y se sumaron los sanjuaninos que alentaban en contra de los trasandinos.

Todo comenzó en la ruta 40 cuando los trasandinos llegaban al estadio con cuanta bandera, gorro y camiseta que tuvieran al alcance. Incluso en esta oportunidad una gran mayoría se pintó los colores de la bandera de Chile en su cara. Luego de que ingresaron al estadio, todos comenzaron a desplegar sus banderas y llenaron de color rojo las tribunas. Para esta ocasión histórica volvieron a desplegar la bandera gigante de su país.

Uno de los primeros momentos de ovación fue cuando observaron por las pantallas gigantes del estadio que Brasil se quedaba afuera de la copa. Fue tan festejado como si Chile hubiera triunfado, quizás el único momento en que los tres países -Chile, Argentina y Venezuela- se unieron al ver que un "grande" se iba de la copa.

Los apenas 150 hinchas de la Vinotinto fueron apoyados por los sanjuaninos que querían que los vecinos no clasificaran a la próxima ronda. Incluso varios de los locales compraron banderas de Venezuela para que la diferencia entre las hinchadas no fuera tan grande.

Una de las hinchadas que más apoyó a la Vinotinto fue la de San Martín que se ubicó en la popular Norte y arengaban a los venezolanos al ubicar una bandera del Verdinegro junto a una del país de Chávez.

La Marea Roja tenía todo preparado, pero no contaban con que Venezuela haya llegado a Argentina para hacer historia.