Ser hincha de Sport es, en Albardón, una cuestión del corazón que no tiene explicación lógica. Que se apoya, tal vez en que este entidad nació en 1926 en calle La Laja, en un predio de una hectárea perteneciente a la familia Sarmiento, que luego, a mediados del siglo pasado tuvo su cancha en El Topón y, posteriormente, “allá por el año ‘61”, al decir de Justo Aurelio Sarmiento y Juan Romero, abogado y periodista, que comparten el orgullo de ser hijos de socios fundadores, se afincó definitivamente en calle Tucumán pasando Buenos Aires, en la cancha denominada como “La vieja talquera”.
Ser jugador de Sport, en Albardón, es una materia a rendir por la mayoría de los jugadores de los clubes contrarios porque vestir la casaca blanca con las franjas o motivos rojos y azules les garantizará ser protagonistas en cualquier torneo que disputen.
En síntesis, contar como antecedente cualquier relación con el club que el pasado domingo ganó por tercera vez la Copa de Campeones de las Ligas del Interior (1996, 2008 y 2013), es un galardón que da chapa siempre.
Este Sport Argentino versión 2013, apoyó su consagración en la mancomunión de jugadores, dirigentes e hinchas que aportaron su granito de arena para festejar, como lo hicieron en Rodeo, levantando las Copas (la de campeones y la challenger) y luego rematando la faena en una gran caravana que se paseó por todos los distritos del departamento.
Todos tiraron del carro para el mismo lado. En una cena servida el martes pasado en la casa del doctor Sarmiento, el técnico Jorge Colomer y la mayoría de los jugadores, a la hora de los discursos, coincidían en “la unión”. Esa fortaleza se nota en acciones como la tomada por los 25 jugadores del plantel que decidieron que la moto que el anfitrión iba a entregar para que la sortearan entre ellos, se corporizara en el valor económico (aproximadamente $7.000) porque quieren que ese dinero se destine a las atenciones médicas, con operaciones incluidas, del defensor Carlos Amarfil y el volante Carlos Avila, quienes se lesionaron en los partidos finales. “Lo que reste lo repartirán entre ellos”, confió quien, alguna vez fuera presidente y que es una de las personas que colaboró para apuntalar la campaña.
En este fútbol de canchas con pocas y ninguna tribuna, en canchas con pisos, tal vez verdes, pero desparejos. Donde hablar de sueldos y comodidades es una utopía lejana, hay gente, como los integrantes del plantel del Sport Argentino que, por amor al juego mismo y a la camiseta, hace grandes sacrificios para darse el gusto de jugar.
Oscar Oro, goleador por triplicado de la segunda final, es albañil y trabaja en changas. El arquero Juan Avila y el experimentado defensor Hugo Garín, en la época de cosecha corrían por las melgas con las gamelas al hombro y por la noche, tenían asistencia perfecta en los entrenamientos. Una por una las historias de cada uno de los campeones encierra un idilio especial con la pelota.
Nada fue sencillo en la campaña de Sport Argentino, que luego de haber ganado el Oficial albardonero 2012, se metió de lleno en la Copa de Las Ligas del Interior. La cosa no empezó bien, porque perdió como local con Atlético General Sarmiento, de Media Agua, por 1 a 0. Tambaleó cuando perdió por el mismo resultado con Banfield, en 25 de Mayo, se acomodó cuando cerró la primera fase venciendo a Deportivo Angaco 2-0 y luego se afirmó a medida que pasaban las fases de ida y vuelta.
La campaña de Sport se cerró con 11 partidos, de los que ganó 7, empató 2 y perdió 2. Convirtió 19 goles y le marcaron 9.
Hoy por hoy es común transitar por los barrios albardoneros y ver a chicos ataviados con la camiseta de Sport. Hoy por hoy ser hincha de Sport es pertenecer a una casta ganadora, esa que comenzó a gestarse en el Siglo XX y que se ratifica en estos primeros años de los años 2.000. El domingo culminó la Copa de Campeones. La ganaron y ya piensan en la que viene.

