Justo el mes de su cumpleaños parece no sentarle para nada bien a Juan Pablo Carrizo. Es que el arquero de River, quien cumplió 27 el pasado seis de este mes, viene teniendo un mayo nefasto, acaso como ningún otro tramo en el club de sus amores y con epicentro en el gol que le marcó Ferrari el domingo en el clásico ante San Lorenzo cuyo remate desde lejos y sin tanta potencia no parecía ser riesgoso. Tantas veces héroe en otros tiempos, él uno tuvo buenas dosis de responsabilidad en los últimos cuatro goles recibidos por el Millonario, que lo tienen actualmente en zona de Promoción por esquivar el descenso. Pero a contramano de su presente en el club, también en mayo, la Selección argentina a través de su técnico Batista le volvió a abrir las puertas tras ser borrado por Maradona en el 2009 luego del 1-6 en La Paz ante Bolivia. E incluso el Checho ya lo confirmó para la Copa América y mañana será titular en el amistoso ante Paraguay en Chaco.

Las buenas actuaciones de Juan Pablo, cuyo préstamo vence al término de la temporada y River debería comprarle el pase en seis millones de euros, se acabaron con la llegada del quinto mes del año. Fue All Boys en el propio Monumental el que comenzó a desnudar sus fallas con aquella incursión en tiempo de descuento al área contraria y la contra letal para el 0-2 final. Además de tratar de hacer la heroica, al cuidapalos se le cuestionó no haber mirado siquiera al banco y recibir el aval de Juan José López. Esa derrota lo puso a River al borde de la Promoción, justo cuando se venía el superclásico. De su lado no hubo autocrítica por esa actitud independiente.

Ante Boca empezó a quedar más que nunca en el ojo de la tormenta. El córner tirado por Mouche y la peinada de Monzón apenas centímetros delante de él, derivaron en una floja respuesta con su mano izquierda y el gol en contra, el primero de un arquero en la historia de los superclásicos. "Quise manotearla y se me fue para adentro", asumió.

En el segundo su porcentaje de culpa también tomó forma con una salida a medio camino ante el cabezazo letal de Palermo. Pero las equivocaciones de Carrizo quedaron un poco en segundo plano por las protestas de su club para con el mal arbitraje de Patricio Loustau.

Pero el domingo fue su punto más flojo en varios aspectos. En el gol en contra del Ciclón se confió demasiado y no mostró reflejos una vez que la pelota lo pasó tras el disparo de Ferrari: "Quise agarrarla y por ahí lo mejor hubiera sido puñetearla", contó ayer en una charla con el canal ESPN+. Aunque luego de eso apareció su ¿soberbia? en querer demostrar que ya había pasado ese horror e intentó salir gambeteando desde su área cuando lo correcto era reventarla. Los insultos desde la platea en su salida se hicieron sentir. La popular lo bancó como siempre y también quiso hacerlo Ubaldo Fillol, entrenadores de arqueros en el cuerpo técnico de JJ López, pero Carrizo lo desairó al preferir dejar el campo de juego sin compañía. Y en su despedida del césped se besó la camiseta de cara a la gente que lo cuestionaba.

El domingo, ante Olimpo, River se juega el último partido del mes de mayo que para Carrizo resultó fatídico a tal punto que ni López se animó a confirmarlo de titular en este final por esquivar la Promoción.