En la meca del vóleibol mundial lo que sonó anoche bien fuerte en la Arena Vivo de Belo Horizonte fue un tango. El ‘Por una cabeza’ versión instrumental se escuchó a pleno allá por las 22 horas de nuestro país cuando los jugadores de UPCN subían al escalón más alto del podio tras coronarse campeones sudamericanos por primera vez en su corta y rica historia de seis años. En la final, ante el local, Vivo/Minas, demostró que al menos por un rato la alegría es solo sanjuanina con una verdadera clínica de vóleibol. Dio cuenta ante su propio público del equipo que integra Rodrigo Quiroga por 3-0 (30-28, 25-17 y 30-28) con puntos altísimos a nivel individual como Bogdan Olteanu, Junior, Pablo Bengolea y su armador y capitán, Demián González, elegido el MVP del certamen. El premio para esta hazaña del deporte sanjuanino será disputar en octubre de este año, también en Brasil y con sede a definir, el Mundial de clubes. Sí, los Cóndores tendrán un vuelo junto a lo más selecto del mundo, algo impensado por muchos, aunque los conducidos por Fabián Armoa lo hicieron posible.

El choque decisivo duró 1h38m y fue el tricampeón argentino el que siempre impuso las condiciones. La defensa, el aspecto fundamental de todo equipo que pretende lograr grandes cosas, otra vez fue la piedra basal de un triunfo de UPCN. Su líbero, Sebastián Garrocq, trajo todo y así el equipo sanjuanino demostró que la historia iba a ser bien distinta al 1-3 de la fase regular. Pese a que el cierre fue parejo, siempre el gremial pareció estar más seguro y lo demostró con el 30-28 mediante un doble bloqueo de Martín Ramos y Olteanu.

La sinfonía de UPCN se dio en el segundo set. De entrada golpeó a pleno y tomó diferencias para nunca más mirar para atrás. Las contras de Bengolea, mediante sus características diagonales cortas, no encontraron respuesta en los locales y por eso se llegó a la recta decisiva bien cómodos en el score. Un ataque de Guerra a fondo posibilitó el 25-17.

La definición llegó en el tercer y último parcial. El ingreso del sanjuanino, Alejandro Toro, le brindó mayor solidez en la recepción y así no se modificó en nada la tónica del partido. El cierre estuvo cargado de tensión pues el Vivo/Minas pudo igualar el resultado y hubo que esperar hasta el quinto match point para liquidarlo con el palazo de Olteanu. Fue el momento del festejo y que a más de uno se le cayera una lágrima. No era para menos, la historia recibía esta epopeya sanjuanina.