La noche en que por primera vez en Boca Román Riquelme lo observó desde afuera, el xeneize no pudo encontrar justamente eso, un jugador capaz de hacer la diferencia en los metros finales con un pase exacto. Así se explica el 0-0 final ante un All Boys que sumó un punto muy valorado, sobre todo por la gran actuación de su arquero, Nicolás Cambiasso. En el planteo de Julio Falcioni quedó el saldo pendiente de un equipo con más volumen de juego, eso que la gente le reclamó en el final y que en su entender es capaz de generar su máximo ídolo, Riquelme.

Mucha fricción y escasas jugadas de peligro resultó la primera media hora del encuentro. Es que Boca pobló la zona media como le gusta a Falcioni con cuatro hombres, y su rival, All Boys, también se encargó de disputarle con varios futbolistas la posesión del balón. Sólo algunos chispazos en la visita de Grazzini y otro par de toques de Ortega, aunque ninguno en profundidad, se destacaron en esa media hora abúlica de emociones. Pasando esa barrera de tiempo, el xeneize comenzó a generar riesgo, pero no a través de un juego elaborado ni mucho menos vistoso, sino por arrestos individuales. En uno de ellos Cambiasso, la figura en la etapa, se debió estirar al máximo para taparle un remate a Colazo y en el rebote, Mouche reventó el palo con otro zurdazo. Un par de minutos después, el Albo llegó con peligro tras una mala salida de García en un tiro libre, pero nadie la pudo empujar a la red. En 41\' Battaglia metió el frentazo que tenía destino de gol, aunque en la línea la sacó Vella. Igual el peligro no desapareció y el cabezazo de Chávez terminó despejado al córner por Cambiasso. Ya en tiempo adicionado, el local lo tuvo mediante un mano a mano de Mouche que definió al cuerpo del uno rival y sobre la hora, cuando Palermo le pegó de primera tras un centro rasante de Chávez y Cambiasso la rechazó corta. En el rebote, Colazo metió el puntazo, pero el árbitro Pezzota erróneamente cobró falta al asegurar que el arquero tenía la pelota controlada, algo que no era así.

El control del balón fue casi propiedad exclusiva de Boca en el complemento. La tuvo casi a placer, aunque una vez más le faltó saber aprovecharla en los metros decisivos. No encontró nunca la forma de hacerle llegar la pelota clara a un Palermo que se perdió en la defensa del Albo. Las jugadas, de gol a diferencia de la parte inicial, no se generaron en similar cantidad, si no que mucho menos. Apenas un zurdazo de Colazo desde afuera llegó a inquietar a Cambiasso. All Boys se refugió en sus dos líneas de cuatro y recién genero algo de peligro con un zurdazo de Matos que terminó dándole al palo. La más clara llegó cerca del final, cuando a los 37' Battaglia desvió un córner de Mouche, pero Cambiasso otra vez le ahogó el grito. A esa altura todo ya era un descontrol en Boca, más allá que el ingreso de Erviti trató de darle algo de calma y buen manejo de la pelota. Así la noche se cerró con un empate con gusto a demasiado poco y buena parte de la Bombonera pidiendo por un tal Riquelme.