San Martín no sólo tuvo la ausencia de su gente en las tribunas, sino que tuvo ausencia de juego, de ideas, de profundidad, de definición, de planteo y por eso la abultada derrota ante Arsenal por 4-1, que llegó a la punta, vuelven a abrir la herida de un equipo que no convence y vuelve a caer en los pozos que había mostrado con Garnero. Los dos triunfos que sumaba en la previa parecían ser el despegue, pero ayer los fantasmas volvieron a posarse en Concepción. En un partido atípico porque fue a puertas cerradas tras los incidentes de los dos últimos partidos en casa, sin hinchas y sin ese aliento que ayer poco hubiese servido para levantar a un Verdinegro que entró dormido y que promediando el cuarto de hora ya perdió 2-0. Y pese a que faltaba mucho todavía, tenía olor a sentencia por la escasez demostrada en esos pocos minutos y que se confirmó después con la peor goleada sufrida en la temporada, que lo mantiene en zona de Promoción por el descenso.
El Verdinegro tuvo enfrente a un Arsenal veloz, efectivo y sólido. Que pegó de entrada y lo cocinó en el amanecer del segundo tiempo como para no dejar reaccionar nunca a San Martín, que insinuó, encontró la pelota, pero no tuvo profundidad y contabilizó apenas 3 remates al arco.
Dio muchas ventajas en el fondo, sobretodo por izquierda. Erró demasiado en el medio. No tuvo conductor. Y adelante chocó con los gigantes de Arsenal. Sumado a que no tuvo variantes para romper o cambiar todo esto.
A los 3 minutos Lunati sancionó el penal para Arsenal que 2’ después Emilio Zelaya cambió por gol. La jugada arrancó con un error de Wagner, el remate de Benedetto para que en el rebote de Pocrnjic, Grabisnki cometerle infracción a Aguirre. No obstante, en la jugada siguiente la doble pared entre Caprari y Penco terminó el remate del segundo que Campestrini desvió. Esa fue la mejor creación local de toda la tarde.
Arsenal buscó penetrar por los laterales y Carbonero y Aguirre fueron incontrolables. Ellos fueron los estandartes y marcaron el camino. Aguirre no le dio bien de frente al arco. Pero ese perdón lo capitalizó sobre los 17’ Damián Pérez, con una trepada enorme y en velocidad por izquierda para meter el tiro cruzado cuando ingresó al área y vencer a Pocrnjic.
Las desinteligencias en el local seguían vigentes, agravadas por los goles y las pocas garantías que ofreció cuando lo atacaron. Por eso en el complemento fue otro el libreto. Sava puso a Carrusca para tener juego y Alfaro apostó al error ajeno, se metió atrás y de contra lo liquidó rápidamente. A los 7’ Aguirre puso el tercero, Penco descontó 1’ después, pero sobre los 13’ Carbonero estampó el 4-1 entrando sólo por izquierda. Sentencia y condena para un equipo que fue y fue, pero sin convicción ni idea. En un planteo erróneo, que tuvo ausencias en todas sus líneas.

